jueves, 19 de marzo de 2015

Premio de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena: A la tercera va... Gianny



                                                                  
Pensaba que mis frases de elogio serían las únicas que se dirían porque a este colega bisoño hay que reconocerle su sensibilidad, capacidad de trabajo y sentido para encontrar historias y contarlas desde donde mejor se puede ver la complejidad y hermosura de la existencia, el rostro humano.

Pero no, él terminó la entrevista, o mejor dicho, nuestra conversación, diciendo que yo lo había inspirado mucho y que cada viernes me lee en el semanario 26 para buscar ese aliento. Entonces, fuimos dos cazadores cazados. Tuve así otra razón para sentir el orgullo que hace tiempo me nace por las más noveles generaciones de periodistas tuneros (de las que felizmente soy parte), alejadas de posiciones de rivalidad entre unos y otros, y con su más excelso trono en el compañerismo. Buen futuro se vislumbra desde ese encuadre.
El diálogo sucedió minutos antes de comenzar el acto provincial por el Día de la Prensa Cubana. Sin importar el ambiente festivo, debía conseguir hablar con este joven espigado del telecentro TunasVisión, porque faltaban pocas horas para que le entregaran en la capital nacional el Premio de Periodismo Cultural Rubén Martínez Villena, en la categoría televisiva.
Lo que Gianny López Brito no sospechaba es que mis motivaciones no estaban solo en el lauro convocado por la dirección nacional de la Asociación HermanosSaíz, sino en el deseo que tenía, desde mis preguntas, de agradecerle su entrega y la conciencia que se ha logrado formar sobre la responsabilidad social de nuestra profesión, a solo dos años y medio de haber salido de las aulas universitarias.
Gianny concursaba por tercera vez en ese certamen, en la primera era aún estudiante, en la segunda se estrenaba como trabajador. Pero solo ahora, en la tercera, como caprichosa comprobación de cierta "ley" del destino, su nombre luce entre los galardonados.

¿Qué presentaste en la lid?
Participé con tres materiales que me dio mucho gusto hacer, la entrevista Esencias, realizada al ceramista Carlos Reyes Hidalgo; un reportaje sobre las lecturas de tabaquería, el cual partió de la serie de trabajos que había hecho en la fábrica de tabacos de esta ciudad, Enrique Casals, donde los obreros dieron testimonios muy originales, a los que acompañamos con el montaje atractivo. Y el otro fue Un sueño de roja nariz, lo publiqué en noviembre del año pasado; salió a partir de que Yani Gómez ganara el Premio Adolfo Llauradó de actuación femenina, lo que primero pensé como una entrevista pequeña, se convirtió en una historia sobre su vida de seis minutos con 10 segundos, con una fotografía y montaje increíbles.

¿Llevarías el tema cultural siempre contigo?
Sí, siempre he sentido mucha atracción por el periodismo cultural, y aunque oficialmente no es el sector que atiendo, me he mantenido cercano a él. Como estamos llamados a hacer un periodismo diferente, que vaya más a la esencia de lo humano para contar historias que conmuevan, llamen la atención y obliguen al espectador a sentarse y disfrutar del material, busco inspiración en el gusto por este periodismo, y la cultura en general, aunque esté tratando un tema totalmente distinto. Esa atracción me ha ayudado a encontrar el lado humano, bello en otros aspectos de la vida.

¿Cómo te va con el hecho de que en la televisión dependas tanto de otros y de la armonía en el grupo de trabajo?
Desde que era estudiante en TunasVisión he ido eligiendo mi equipo, porque considero que cuando esas personas se pueden conocer bien, a la hora de trabajar todo fluye mejor. Siempre trato primero de conversar con todos, contarles la historia que quiero narrar, cómo la quiero narrar, qué sensaciones deseo trasmitir, para que el camarógrafo y el editor capten esa esencia y la puedan materializar. Busco que se enamoren de ese sueño como yo.
Si importante es tener la historia, idear cómo narrarla de una manera atractiva, vital es la fotografía, y ya después que tienes esos elementos de tu lado, viene otro paso fundamental, la edición y el montaje, donde se une todo, y llega la música y los efectos.

No eres hijo de esta provincia, pero ya es como si lo fueras, ¿qué le recomendarías al panorama cultural tunero?
Aunque soy natural de Guáimaro (Camagüey), por muchas razones siempre me he sentido tunero y he estado enamorado de la manera de ser de la gente de aquí.
Por la cultura en Las Tunas se puede hacer mucho más. A pesar de que tenemos eventos importantes, todavía no se les da la connotación que merecen. En ocasiones por factores externos, como el Sistema Informativo, donde apartan un poco los materiales enviados desde acá, por ejemplo los de la Jornada Cucalambeana, cuando debería ser todo lo contrario, porque en este caso hablamos de una de las citas más defensoras de la cubanía.
Pero no son solo cuestiones desde afuera, sino también desde dentro. Se aprecian con frecuencia problemas organizativos, que tienen relación con el trabajo de las personas y el apoyo institucional.
Y como periodistas debemos aportar más. Aunque no resolvemos problemas, sí podemos ponerlos en la realidad, denunciarlos de cierta manera; hacerles comprender, reflexionar a los responsables de esos eventos, que la cultura, como sostén de la nación, merece cualquier esfuerzo.

Si tuvieras que escoger una característica imprescindible para el periodista, ¿cuál sería?
La honradez, sin duda la honradez.

¿Enfrentan hoy los jóvenes de la prensa muchos obstáculos?
Considero que he tenido suerte, desde que llegué, bajo la tutela de Anibis Labarta he gozado de bastante libertad para realizar los trabajos que quería y laborar con mi equipo. A veces hasta me impresiono de lo que he logrado en tan poco tiempo.
Pero todavía cuando llegas a un lugar, te ven muy joven y preguntan por qué no fue un periodista de más experiencia.
Al final, más relevante que cualquier premio, el más hermoso lauro que puede tener un periodista es que cuando vas apretado en la guagua llena de gente, o caminando muy temprano por la calle, un niño, un adolescente o un adulto te diga: "Oiga periodista, cómo me gustó su trabajo", o "Yo estaba esperando que trataran ese asunto así, que se acercaran a ese tema". He vivido eso, he tenido tal suerte y es, sin dudas, el premio más importante.


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