lunes, 14 de abril de 2014

Un minuto, antes de cruzar

Faltó poco, tan poco que cerré los ojos creyendo lo inevitable. La “chispita” (autocarril o autovía) casi roza el carro. No hubo timbre de aviso, no hubo mirada del chofer para cerciorarse si era oportuno pasar. Todo estaba listo para la desgracia, pero por suerte, literalmente, por suerte, no nos pasó nada.
Parecía cosa del destino: en esa fecha yo investigaba sobre los accidentes del tránsito. El karma definitivamente consideró oportuno una clase práctica que me ilustrara cuán vulnerables podemos ser ante esos hechos; o una sobre el a veces cruel significado del vocablo paradoja. Ambos saberes, luego del leve estado de shock, fueron asumidos.
Mi historia sucedió en un crucero, un pase a nivel en términos ferroviarios, el lugar donde es obligatoria la parada y la extrema precaución de choferes, ciclistas, motoristas y peatones, pues el tren comanda en dichos reinos. Es imposible ir en su contra, sobre todo porque no puede frenar tan rápido, como otros tipos de transporte.

jueves, 3 de abril de 2014

Payasos por cuenta (im)propia

Dos fotos (1x1), 30.00 pesos de sellos y una cuota mensual de 100.00 pesos bastan hoy para sacar una patente de payaso, para legalmente ir de casa en casa en temporada de cumpleaños con juegos y canciones a embelesar a los niños y “oxigenar” el bolsillo. ¿Es eso ser un payaso? ¿Una función? ¿Un trabajo? ¿Solo se trata de vestuario colorido, zapatos grandes, maquillaje exagerado, la nariz roja y cuatro piruetas?
Disímiles personas responderían que sí, víctimas de los abundantes malos referentes a lo largo de sus vidas. Qué otra cosa podían alegar, si les han convencido de que un clown es hacer payasadas, auxiliado de números escénicos menores y con la risa como único objetivo. Algo fácil, simple, ente casi exclusivo de los espectáculos de variedades.
Muy pocos llamarían a este personaje un actor y le adjudicarían la seriedad y el estudio que esa acepción entraña. En Las Tunas hemos tenido suerte. El grupo Teatro Tuyo desde hace algunos años nos ha abierto las mamparas de un mundo distinto, donde respira la máxima: “Todos llevamos un payaso dentro”, pero aclarándonos que no todos tenemos la capacidad de encontrarlo y mostrarlo.