En
tres líneas los libros de Historia resumen la estancia de José Martí en la
finca El Abra, de la entonces Isla de Pinos, luego de su salida del presidio
político y a la espera de la deportación. Se sabe muy poco de esos dos meses y
cinco días. ¿Qué pudo o no pasar?
Nelton Pérez, poeta pinero y narrador manatiense, como gusta nombrarse, no quiso
quedar varado entre incógnitas y fue a buscar respuestas con su novela Infidente, ganadora del Premio Alejo
Carpentier 2015. No hablamos de cualquier contesta, es la suya, la de un
fabulador, de ahí que se invente ese tiempo del muchacho que estaba por convertirse
en el hijo más universal de Cuba.
Aquí
está su Martí, lo descubre y comparte con los lectores. Alejándose de la fiebre
realista que padece la literatura nacional, no teme lo que otros, ficcionar con
una personalidad histórica. Y lo hace a partir de la investigación profunda, al
punto de atreverse a simular el jugo espirituoso del lenguaje martiano en
cartas apócrifas, que están entre lo más estremecedor de la obra.
Para
narrar se sirve del plano centrado en El Maestro, y de otro que muestra a un
estudiante universitario en los años 80, interesado en hacer su tesis sobre dicha
estadía. A su alrededor laten acontecimientos como los sucesos del Mariel, los
cuales le imponen intensas reflexiones.
Tras
presentarse Infidente en la librería
local Fulgencio Oroz, La Rendija dialoga
con el autor que nació en Manatí y de alguna manera nunca se ha ido, aunque desde
adolescente vive en la Isla
de la Juventud.
¿Hasta dónde el mistificador reduce al
investigador?
Disfruté
fabular, inventar ese período. Lo poco que se sabe al respecto primero fue un
muro, pero después me dio total libertad. Encontré el libro de Raimundo Cabrera,
Mis buenos tiempos, que tiene un
capítulo sobre la Isla
de Pinos de entonces y la vida de los deportados. Estudié y leí mucho, indagué sobre
Raúl García Martí, sobrino del Apóstol, hijo de Amelia, que en 1982 murió en un
asilo del Cerro habanero. Dentro de la novela él posee importancia.
Hasta
esta obra nunca había investigado tanto. Quería ser muy cuidadoso, también trasgresor,
pero con puntos que me anclaran en la realidad para resultar verosímil. Sabía
de Martí lo que conocemos todos los cubanos, que a veces está mal aprendido con
frases sacadas de contexto.
¿Qué decirles a los que no bajan a
nuestro Héroe Nacional del pedestal frío?
Solo
intento que la novela les pueda gustar incluso a ellos, aunque se sientan
molestos por algo. Busco humanizar a ese muchacho de 16 años que llegó a la
finca pinera un poco quebrado y después fue tan grande. No quería inventarme al
Martí que tiene una frase para todo y han vuelto muy de mármol.
Hay escritores que se adentran demasiado
en sus personajes, ¿trasmutaste al cuerpo dolido del joven Martí?
Sí.
Me da placer que las cartas gustaran tanto, porque fue lo que me llevó más
trabajo, copiar la voz de Martí, su estilo único, el espíritu, incluso de la
madre, las hermanas. Disfruté que el jurado del “Carpentier” me preguntara dónde
había encontrado esas misivas.
Recuerdo
un día que en la sede de la Sociedad Cultural José Martí en la Isla, donde va gente
apasionada a su obra, leí una de las cartas, la que supuestamente le manda su
hermana Ana contándole que teme no verlo más pues había tenido una pesadilla
con él. Cuando iba por la mitad sentí par de lagrimones salir de mis ojos. Y me
dije: “Si yo no soy Martí ni Ana, qué hago llorando”. Evidentemente no era yo
quien leía.
Por el rigor investigativo y lo
singular de la fabulación han calificado a Infidente como hazaña intelectual, ¿sientes haber hecho algo heroico?
No,
para nada, soy un sorprendido con esas expresiones. He recibido frases
elogiosas del jurado, de amigos y colegas, todos hablan que les ha conmovido.
Otras personas hasta me han agradecido por haberla escrito, porque se ve a
Martí como un tema tabú, visto desde la ficción. No supe que me estaba metiendo
en camisa de once varas, hasta que no estuve bien adentro. Ojalá haya salido
airoso y que todos los lectores se emocionen.
¿En tu formación literaria Las Tunas te
obsequió alguna perla?
Aquí
me hice narrador, gracias a Guillermo Vidal, Alberto Garrido, Carlos Esquivel,
Lucy Araújo y tantos amigos más, que intervinieron en mi primera formación
cuando decidí hacer narrativa. Le debo mucho al evento que realizábamos en
Manatí en pleno Período Especial. Disímiles narradores todavía hablan de lo les
que aportó esa cita y la nombran como la mejor.
Deben
de saber que en Infidente está Las
Tunas, hasta hay un pasaje con El Cucalambé, invento una nueva teoría sobre su
desaparición, y menciono a personajes famosos de Manatí.
¿Y cómo Manatí se quedó tan adentro?
Siempre
regresé en vacaciones y hubo temporadas en que viví de nuevo. Todavía siento
que estoy viviendo allí. Cuando llega el viernes en la tarde, ande por donde
ande, quiero estar en Manatí. O el sábado o el domingo para ver un partido de
fútbol en el estadio. Uno lleva el pueblo donde nace dentro, esa, mi pequeña
patria, siempre va conmigo.
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