martes, 12 de enero de 2016

Píter y su viaje al infinito


Quién sabe qué número inusitado debe estar preparando ahora; el de la eternidad no es, porque ese lo hizo aquí, frente a nosotros, desde su llegada a Las Tunas en los años 70 del pasado siglo. Venía de combatir en las tropas guerrilleras del Escambray, probar suerte como artista en centros nocturnos de La Habana y escalar la Sierra Maestra al volante de una librería móvil.

Había nacido el 28 de enero de 1934 en Guasimal, Sancti Spíritus, pero Santiago de Cuba lo abrazó de joven y más tarde la dicha le tocó al Balcón de Oriente, donde a finales de los 80 fundó la escuela de la que brotaría la compañía Huracán Mágico, para más tarde darle vida al Festival Ánfora.

Tales “culpas” bastaron para volverlo infinito, así que debe ser un truco diferente el que lo mantiene ensimismado; uno divertido, alucinante, complejo, para nuevamente rompernos la cabeza descubriendo el enigma. Donde esté, es su manera de bendecirnos. ¡Eso maestro! No nos deje desamparados, mire que aquí hay mucho por hacer todavía. 

Recuerdo la primera vez que entré a su hogar y descubrí en lo alto el letrero: “La magia para mí es como el aire que respiro”. ¿Quién tatúa las paredes así? Alguien que quiere gritar a los cuatro vientos el fuego que lo aviva, no desea callar, no puede, como mismo nada le impidió irse de casa a los 14 cuando un circo anduvo por su pueblo espirituano. 

En los Festivales recientes lo vimos llorar. Para alzar la emoción bastaba la entrega de flores en nombre del público o el abrazo de alguno de los muchos discípulos forjados bajo su manto. ¿Fueron esas las razones de las lágrimas? ¿O acaso estar imposibilitado de corresponder al gesto con los aros chinos en el escenario?

El cáncer vino a robarle la vitalidad última, pero él se resistió todo lo que pudo como guerrero espartano, por eso a pesar de las pocas fuerzas iba a los ensayos de la compañía, llena de retoños que lo llaman padre, líder, ídolo, amigo, y dicen deberle cada cosa que dominan. 

Ser el único cubano en ingresar al Castillo Mágico de Hollywood, considerado el salón de la fama del ilusionismo, es un logro divino. Pero la gente común le reverencia algo más inmenso a sus ojos: dar a luz un camino que representa a Las Tunas, un sendero hecho epíteto y sentimiento de identidad. 

Este 10 de enero, a los 82 años, José Reynerio Valdivia Valdivia, el mago Píter, Hijo Ilustre de la provincia por decreto y cariño, un pionero, una institución en sí mismo, partió a sembrarle pequeñas y grandes ilusiones a la inmortalidad. Como buen padre seguirá impulsándonos, solo debemos saber escuchar.

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