¿Es
importante que nos preocupemos por los videos insulsos, llenos de carros
lujosos y letras de poca monta, que hoy proyecta el Café Bohemio, en esta
ciudad, mientras los usuarios consumen? ¿Consideramos relevante que la
programación artística de la Noche Tunera
anda carente de apoyo?
Pudiéramos
pensar que esos elementos constituyen pequeñas cosas, y lo son quizás al lado
de los bajos salarios, los avatares familiares y tantísimos temas más. Sin embargo,
recordemos que muchas veces si se juntan diminutos sucesos, pueden convertirse
en grandes notas.
Aquí
las consecuencias estarían en torno al gusto estético del público, y la defensa
de valores musicales cubanos y de la localidad, específicamente. Ejemplos como
los anteriores fueron expuestos durante el Balance de Cultura en el territorio,
celebrado en días recientes, y en cuyo debate destacó el asunto de la calidad
de lo que ofertan las instituciones del sector.
En
ese universo, salen a la luz casos de erróneos enfoques por falta de gestión,
sensibilidad y conocimiento, indistintamente, de quienes dirigen las
instalaciones; y otras muestras casadas con la total inactividad, escudándose
en un presupuesto que sin dudas es más que escaso, pero ya lo hemos alertado anteriormente, a juicio
nuestro y de lo dicho en el cónclave de marras, vale más hacer tres actividades
buenas en el mes, que 10 invisibles.
Pensemos
en dos lugares analizados en el foro, el Parque 26 de Julio (La Feria ) y la Plaza Cultural de
Buena Vista. El primero, sede antaño del rodeo todos los fines de semana,
podemos nombrarlo como uno de los sitios más subutilizados de la provincia, con
ubicación y espacio privilegiados, que en materia de propuesta cultural puede
aportar tanto, sin que en ese viraje se olvide activar la tradición de las
competencias de vaqueros.
El
segundo es una explanada hermosa de la que ya se sienten orgullosos los
habitantes del populoso reparto donde señorean sus estructuras. Sin embargo, asistentes
al Balance dieron fe de cómo, luego de la presentación de un grupo local
defensor de géneros tradicionales, se bombardea a los transeúntes con música
grabada de la peor calaña, nacional y foránea, desbaratando con un botón lo
hecho sobre el escenario.
Las
Tunas tiene muchas potencialidades aún sin explotar, en aras de ofrecer una
programación mejor, con jerarquías y diversidad. Cuenta con agrupaciones de
prestigio y en manifestaciones variadas, más una de red de instituciones que en
la actualidad ha crecido o mejorado su aspecto, gracias al Proyecto Identidad y
Desarrollo impulsado por el Partido y el Gobierno en el territorio. Pero no
basta con cemento, ladrillo y pintura; los inmuebles deben tener alma.
Cambiar
este paisaje requiere más que dinero, estrategia, sentido de lo artístico. Escuchar
las opiniones de los creadores y realizar estudios de público constituye un
atajo para revertir el panorama, el cual a todas luces debe alejarse de una
trampa que en ocasiones no ha sabido evadir, aquella de darle a la gente “lo que
quiere”, cuando bien sabemos de la educación de los gustos, por lo que esa
teoría, como alertara en el encuentro Abel Acosta, Viceministro de Cultura, además
de falsa, es peligrosamente demagógica.
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