Ver
dibujada sobre el papel la letra con tinta de imprenta, hecha libro, su libro,
es el idilio de cualquier escritor. Pero hubo un tiempo que aquí a muchos les
parecía absoluta quimera llegar hasta alguna editorial, y así podía ser. Con el
nuevo milenio, sueño y realidad decidieron ponerse de acuerdo gracias al surgimiento
del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) en agosto del 2000, una idea
alentada por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
El
proyecto, conocido popularmente como Riso (marca de la impresora), vendría a
cambiar de una manera radical y profunda el mapa literario nacional, al ampliar
el acceso a la publicación. Esta industria en Cuba ya jamás sería la misma,
pues la diversidad levantó bandera.
“Recuerdo
cuando llegaron los equipos. Yo estaba por unos días al frente del Centro
Provincial del Libro y la
Literatura (CPLL), trabajaba allí como editor. Me
correspondió recibir la impresora, la computadora, una presilladora eléctrica, la
guillotina y los módulos de máster, papel y tinta. Todo llegó con unos documentos
de Fidel, alertando que aquello no era para hacer informes u otros documentos
burocráticos, sino para estimular las letras en cada territorio.
“A
los pocos días me informaron que por orientación del entonces ministro de Cultura,
Abel Prieto, debíamos presentar en dos semanas tres títulos en Villa Clara. Yo
estaba acostumbrado a la impresión directa en el poligráfico, y dije que eso era
imposible. Desconocía la rapidez del equipamiento. Trabajamos mañana, tarde y
noche, y los textos estuvieron listos: Se
permuta esta casa de Guillermo Vidal, Mujeres de sueño y piel de Renael González y Morir
sin los ángeles de Alberto Garrido”.
Así
cuenta el escritor Antonio Gutiérrez, testigo de esta historia, y uno de
los autores más asumidos por la
Riso aquí. “Enseguida nos dimos cuenta de que iba a derrocar barreras,
rompió los grandes colchones de los sellos nacionales, a los que nos resultaba
difícil acceder”.
La
editorial Sanlope
existía desde 1991, hasta la nueva centuria había sacado a la luz 144
volúmenes, a un promedio de 16 por calendario. Con el proceso digital ese
cálculo se elevó a 25, casi 10 unidades por encima, poniendo en las manos de
los lectores en 15 años de labor 378 libros, de ellos unos 90 rubricados por
creadores inéditos.
La
poetisa y narradora María Liliana Celorrio gusta
de narrar un relato que comienza: “Yo obtuve un Premio de la Crítica gracias a este
Sistema”. Su texto Mujeres en la
cervecera, salido primero con otro nombre y con cubierta gris-blanca alzó
vuelo desde aquí y no paró hasta obtener ese galardón. Pero ella no se queda en
la individualidad. “Gracias a la edición territorial conocemos a mucha gente
que escribe muy bien en Las Tunas, cada uno con su estilo”.
Al
inicio, un poco obsesionado con la representatividad provincial, este proyecto
dejó de la mano la calidad de las propuestas. Hoy ha entendido que debe dar voz
al terruño, es su prioridad, pero sin sacrificar el contenido, incluso hasta
puede hacer suyo a nombres foráneos y matizar su plan editorial cuanto sienta
necesario. Solo queda que haga buen uso de esas prerrogativas.
Nancy
Salas Arias tiene amplia experiencia
dentro del mundo editorial, ahora trabaja de librera en la “Fulgencio Oroz”.
Allí ve que los textos tuneros y de otras localidades, salidos por la Riso, no son rechazados por
el público, los más buscados resultan los de narrativa, literatura infantil y
de poesía en décimas. “La aceptación ha crecido, en la medida que las portadas han
mejorado”, concluye.
La Sanlope ha visto perfeccionar con los años sus diseños, ha
recibido con los brazos abiertos el color en las cubiertas, pero a juicio de
varios entrevistados todavía puede avanzar más en ese apartado, así como en el
rigor de la selección de las propuestas, la edición, la agilidad del tránsito
del producto terminado hasta la librerías, y en un grado notable, la promoción
de sus autores y obras, rubro que requiere con urgencia de revolucionar estrategias.
OTRO TIEMPO
Han
pasado tres lustros y la huella del dios Cronos es visible, muy visible en el
CPLL. El inmueble desde hace mucho requiere una reparación y progresos en las
condiciones de trabajo. Los equipos que un día olían a nuevo, hoy dan
testimonios de sobreexplotación, fundamentalmente los utensilios de la imprenta
inaugural, que jamás se dejaron de emplear. La impresora digital recibe mantenimiento, pero no está en un local
climatizado.
Aunque
sin dudas lo más angustiante es la falta de insumos para la terminación de los
títulos. Sin hojas, presillas, pegamento, guillotina para perfilar y divisa
para las carátulas en cuatricromía muy poco se puede hacer. En el 2015 los
recursos que debe enviar el Instituto Cubano del Libro, a pesar del esfuerzo de
este, aún no han llegado, y de 15 textos propuestos para el actual almanaque,
solo uno ha visto la luz.
Por
situaciones similares, año tras año los planes de publicación disminuyen su
cuantía. Otras provincias lo han
resuelto en parte con un mayor apoyo local, pues se ha entendido que estas
casas editoras son patrimonio, testimonio y
a la vez parte de la tradición histórica y cultural de cada sitio.
“No
podemos permitir que la Sanlope muera como
otros proyectos nobles de la Revolución. Defender la Riso es un compromiso que tenemos
los artistas”, dice Celorrio con total seguridad. Su opinión la comparte
Gutiérrez, al señalar como extremo el reduccionismo económico de que es objeto
la institución.
Los
trabajadores de ese recinto no andan ajenos a tales responsabilidades. “Lo que
más nos caracteriza hoy es el afán de todos aquí por mantener la editorial. Hemos
cumplido durante 24 años, constituye un buen tiempo de esfuerzo, de cultivar
valores, de muchos libros y autores. A pesar de los obstáculos no nos cansamos
de hacer las gestiones necesarias para la salida de los títulos”.
Eileen
Cruz Peña, directora del centro de promoción literaria Pablo Armando Fernández,
se expresa con total conocimiento de causa. Como mismo sabe el temor que ronda a muchos al convertirse el CPLL en una
unidad presupuestada con tratamiento especial, que debe sufragar los gastos con
los ingresos, y hay quien se pregunta si eso le hará virar la cara hacia la
buena literatura y pensar solo en lo muy comercial, como los volúmenes de
cocina. Ella asegura que no, la idea es lograr un balance.
También
anuncia cambios en las colecciones, nacerá una de ciencia ficción y otras se
reacomodarán para poder explorar opciones como los pasatiempos. Necesita el sello tunero de esas y otras
remodelaciones, pero sobre todo que la provincia la sienta suya verdaderamente
y no la deje padecer en la tristeza del silencio.
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