Han
pasado 22 años desde que a Rafael Antonio Santiesteban Ortega alguien le
dijera: “El secreto de esto, es trabajar todos los días”. Por entonces lograba las
primeras esculturas elogiadas entre amigos y colegas; impartía clases de
Computación en el “Pedagógico”, haciendo honor a su título de matemático-informático,
y la artesanía solo era hobby.
Sin
embargo, él escuchó el consejo y no dejó ni en la fecha de su cumpleaños de
tomar entre las manos un pedazo de madera, para convertirlo en las más variadas
formas.
“Y
es cierto, he podido experimentar que si trabajas constantemente fluyen las
ideas, vas perfeccionando las piezas; incluso, creces interiormente, porque
transformas el material, pero este hace lo mismo con uno; es un diálogo, tú das
y recibes. De hecho, recibo más de lo que entrego, pues casi siempre estoy
insatisfecho y busco superarme. Dentro, ocurren los cambios permanentes, porque
te conviertes en mejor persona”.
Afirma
Rafael mientras extiende la mirada al interior de la sede de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) en Las Tunas, a la que pertenece con honores.
En
la sala principal el público puede apreciar hasta finales de septiembre su
muestra Estados de transición, inaugurada
con motivo de la Asamblea de Balance de ese gremio, foro en el cual los miembros recibieron felicitacionespor el avance de su quehacer en los últimos cinco años.
Aunque
sea difícil de creer, esta constituye la primera exposición personal de
Santiesteban Ortega. Pero, como para saldar deudas con sus admiradores, el
artesano quiso reunir a una serie de obras que exponen por las claras distintos
estados de transición ligados a su andar, lo mismo de materiales, de estéticas,
estilos, capacidad expresiva y terminación de la talla.
Si
observamos, rápidamente comprenderemos que la madera dejó de ser su única musa,
para ahora tener fuerte competencia, ya casi perdida, con el mármol.
“Cualquier
piedra mineral por rara y difícil que sea, la domino, ellas me han seducido He
ido adquiriendo alguna tecnología para poder cortarlas. Intervenirlas es
complejo porque el pequeño formato necesita de muchos detalles y me obliga a ser
preciosista.
“No
lo niego, resulta una labor hostil por el polvo que genera, debo usar
ventiladores, protección; existe peligro de golpes, de astillas en los ojos,
pero no sé, hay algo que mantiene a uno apasionado, y yo que lo soy por
naturaleza, más para el trabajo, pues sin remedio. Dedico a esto de 10 a 12 horas diarias”.
Como
apuntara Othoniel Morffis Valera, curador de la propuesta, notaremos su
tránsito de lo meramente figurativo a una síntesis bien desprejuiciada en el
plano formal. Disfrutaremos el empeño con las texturas, los claroscuros; y un leit motiv nos rondará por doquier.
“El
tema central de mi obra siempre ha sido la mujer, me declaro absoluto admirador
de su figura. Inicialmente mostraba los cuerpos completos, el canon clásico, y
ahora prefiero recrear la imagen, opto por fragmentos, me conformo con el torso,
las manos, la cara, el cuello y el pelo para mostrar la sensualidad femenina.
En el futuro pienso que sean solo ojos, boca…”.
La
reverencia a las féminas le hace cumplir lo esencial, el respeto. A sus modelos
se les ve cómodas, felices donde están, nunca violentadas. El rostro no pertenece
a nadie en particular, tiene quizás un poco de su hija y algunas conocidas.
Rafael
es autodidacto, pero ha sabido escuchar a quienes han demostrado saber más. Evidentemente,
en la artesanía está su mundo, y “no quiero hacer otra cosa el resto de mi vida.
“Siempre
voy a decir que soy artesano artista, si un día alcanzo la categoría de artista,
no seré yo quien lo diga. Yo sigo siendo un tallador”.
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