Un largo recorrido nos lleva hasta Vedado 3. El
terreno y la huella en los zapatos delatan la novedad: luego de mucho, mucho
tiempo, ha llovido por aquellos lares.
Nos recibe quién debe. El profesor Guillermo
Castillo y sus niños de la escuelita primaria Julio Antonio Mella, el plantel donde
la totalidad de los alumnos cantan décimas, aprenden sonidos y palabras nuevas
a través de redondillas y los consolidan con la estrofa nacional. Dominan de
cinco a seis tonadas.
Solo un capítulo del legado de Castillo, autor del
libro Ortodecimante, convertido en
CD-DVD por Bis Music y hoy en los
colegios del país para enseñar a escribir correctamente mediante el verso
octosílabo.
“Para mí la décima más que tradición, es un recurso
inteligente”, aclara a sus compañeros de viaje en el coche que nos deja justo
en el corazón del guateque, donde asegura, está todo listo. En el cielo empieza
a “armarse agua”, pero nada parará el convite luego de tanto empeño, de bafles trasladados
bajo aguacero, de aserrín tirado sobre el fango.