No creo que Cristian o Marcelo olviden el
día que inició como otro cualquiera y terminó siendo uno a todo color. La
rutina de los ejercicios en la
Sala de Rehabilitación del Hospital Pediátrico tunero dejó de
repetir “arriba, abajo”, para ir en busca de unos amigos medio alborotados,
pero con un corazón inmenso.
Cristian y Marcelo formaron parte de la
comisión de recibimiento y… de juego también, por supuesto. Ante sus ojos y de
los otros infantes que allí sienten alivio a sus dolencias, estuvo una avanzada
del grupo de 30 valientes sensibles que se forman actualmente en Las Tunas como
payasos terapéuticos. En un dos por tres entró más Sol por la ventana y las
sonrisas lucieron rozagantes.
El taller goza de la singularidad de
que la mayoría de los alumnos son profesionales de la
Salud. Lo convocó el Minsap,
específicamente la Dirección
de Rehabilitación y las clases corren a cargo de profesoras miembros de la
prestigiosa compañía La Colmenita.
“Ahora culminamos la semana del curso
básico intensivo, pero la formación continuará por otros dos meses, durante los
cuales los alumnos tendrán que realizar sus prácticas en el Pediátrico, el Hogar
de Ancianos o el Centro Psicopedagógico.
“La expectativa es formar en Las Tunas
un colectivo fuerte, que sea capaz de crecer. Aquí tienen la potencialidad del
trabajo de Teatro Tuyo, defensor del clown, cuyo acompañamiento puede resultar
decisivo para que el equipo de esta localidad sea el mejor de la Isla ”, explica Aniet Venereo,
líder de la iniciativa.
De las clases lo primero fue que cada
discípulo encontrara su payaso interior, a partir de las características
individuales, para no parecerse a nadie. Esa construcción demora y se alimenta
de las experiencias diarias. Entre el conocimiento restante estuvo comprender
que a este personaje no le puede faltar sensibilidad, higiene, y las capacidades
de asombro y de hacer contacto con los otros seres humanos.
Pero… ¿por qué profesionales de batas
blancas se aventuran a encontrar su propio ser de nariz roja?
“Básicamente atiendo a niños, ese es mi
mundo. Soy fisioterapeuta y me atrajo la idea de unir la payasoterapia con la
rehabilitación. Ha resultado una experiencia increíble, espectacular, me han
enseñado cómo animarlos en el momento de los ejercicios, cuando les causamos
dolor.
“La vestimenta de payaso nos acerca a
ellos, nos hace menos agresivos ante sus ojos y podemos apoyarlos más en el
proceso de sus enfermedades y los temores que vienen aparejados. Siento que ahora estoy completo, encontré lo mío”, confiesa el joven Carlos
Alberto Ríos Martínez. Vive en Delicias, Puerto Padre y labora en el
policlínico Rafael Izquierdo.
La psicóloga Danays Remedios Viera se
graduó hace cinco años. Dice que le era difícil imaginarse de zapatos grandes,
traje multicolor y accesorios exuberantes, pero pensándolo mejor, “entendí que
me iba a aportar herramientas para poder
atrapar la atención de mis pacientes menores. A veces es complicado llegar a
ellos.
“Trabajo en el policlínico Manuel (Piti)
Fajardo y nos relacionamos con las casas de Abuelos y de Niños sin Amparo Familiar,
junto a los centros Renal y de Diabéticos. En todos puedo probarme.
“Es un medio efectivo para romper la
barrera que impone la bata blanca, con su porte de seriedad; y una vez abajo 'el muro', llegar más
rápido al corazón de la gente y emplear todo el arsenal psicológico”.
Uno de los objetivos de los talleres es
animar la manifestación en el Oriente del país, donde ya Santiago de Cuba se
alza como un referente. En el curso impartido aquí participaron tres
estudiantes de Guantánamo y Holguín, además de varios instructores de arte.
La labor de los payasos terapéuticos se
basa en los probados efectos positivos de la risa, al permitirles a los
enfermos liberar el estrés. Marcelo y Cristian, que no levantan ni un metro del
suelo, saben de lo que hablo.
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