Ya
no son Lolek y Bolek, el lobo de “me las pagarás”, o David, el gnomo; ahora se
llaman Dora, la exploradora, la princesa Sofía, la Doctora Juguete y todo puede
ocurrir Bajoterra.
Los
animados siempre van a estar ahí, custodiando la infancia generación tras
generación, a veces con más protagonismo del necesario, sobre todo ahora que
las nuevas tecnologías les abren puertas infinitas.
Hasta
aulas de segundo grado de la escuela Jesús Argüelles Hidalgo, en la ciudad
capital, se fue este equipo de prensa. Escogimos esa edad porque los niños al
tiempo que muestran apego a los “muñe” saben escribir y podían redactar la respuesta.
Encuestamos a 70 alumnos, preguntamos por su audiovisual de este tipo preferido
y las razones de la selección.
Entre
las 36 hembras lo más votado fue Dora, Sofía y las Barbies, notemos la tendencia
a los personajes femeninos. Las escogieron en el caso de la primera por cómo
les enseña inglés y a jugar; la segunda por su valentía, amabilidad, los amigos,
las buenas acciones como decir la verdad, y claro, porque “tiene un conejito y
a mí me gustan los conejos”; y en la tercera elección se habla de magia y preocupantemente
también de mantener un estilo a toda costa.
Los
34 varones marcaron tendencia hacia los súper héroes o seres con poderes,
prevaleciendo Bajoterra, porque luchan contra un malvado; Ben 10, elogiado por mutar
en diferentes alienígenas, y Robot transformers por las figuras en las que se
convierten y su capacidad de lucha.
Se
repiten patrones sexistas, ellas optan por lo delicado y ellos por lo rudo y la
acción. Además de estos audiovisuales, mencionaron a El Chavo, la Doctora juguete, Masha y
el oso, Pedro Picapiedra, Escuela de bombero, Diego, Spider Man, Hult, Jake y
los piratas, los Minions, junto a algunos “eternos” como Tom y Jerry, Mickey Mouse,
Scooby doo, las Tortugas ninjas y
nuestro Elpidio Valdés, el único nacional en una nómina que sobrepasó los 30 candidatos.
De
las razones más simples: “porque es divertido”, “dispara telarañas”, “conozco a
los animales”, “resuelve misterios”, “salvan el mundo”; muchos de nuestros
singulares encuestados pasaron a reflexiones más profundas: “porque me enseña a
ser buena”.
A
eso debería ayudar todo animado, a ser bueno. Velar que lo consumido por los
pequeños de casa tenga ese aroma, es responsabilidad de la familia.
NUNCA PARA DESPUÉS
Voces
autorizadas coinciden en recomendar que infantes menores de dos años
vean poca televisión, para evitar que se afecte su desarrollo en áreas como la
comunicación a través del lenguaje, la socialización con otras personas y el
juego interactivo.
Pero
ir en sentido contrario y convertir la tv en “diazepán infantil”, resulta una
práctica que se extiende cada vez más en los hogares tuneros, de Cuba y el
mundo. “Es con lo único que se queda tranquilito”, dicen los padres.
Estamos
frente a una generación de nativos digitales. Cualquier pequeño de hoy demuestra
habilidades en la computadora y el celular, algunas incluso, que nadie le ha
enseñado. Ellos están más acostumbrados a los contenidos interactivos que sus
mayores, y por eso la animación puede ayudar a introducirlos en idiomas,
colores y formas.
Todo
está en evitar la sobreexposición, ya nombrada entre las posibles causas del
autismo inducido. Equilibrar los entretenimientos resulta fundamental.
Lo
preocupante al extremo y parece ser el punto más suelto de esta madeja, es qué
consumen los infantes y si los progenitores supervisan esos contenidos. Al
terminar la encuesta, de manera informal establecimos un debate en las aulas
sobre si los padres les acompañan por momentos mientras ven los audiovisuales y
cuántas horas dedican a esa actividad.
Aunque
no controlamos estadísticamente las intervenciones, sí nos fuimos con motivos
para pensar que emplean bastante tiempo frente a las pantallas del televisor o
la computadora, y tienen poco control de los adultos a su alrededor, quienes
olvidan que estos filmes poseen cada vez más recursos intertextuales y la
ironía, los cuales pueden escapar al entendimiento del menor.
Igual
a veces tales realizaciones son portadores de patrones consumistas,
superficiales y prejuiciosos. Lo vemos por ejemplo, en Monster High, que
incluso fue una de las identificadas como exponente de estereotipos femeninos
por el estudio desarrollado sobre el tema en la Universidad de Granada,
España, en el 2014. Modelo semejante se encuentra en Las Bratz. Ambas series muestran
una preocupación marcada por el aspecto físico, el maquillaje y el vestuario.
En
las obras escogidas por los alumnos prevalecieron las de tono educativo y
lúdico, eso fue alentador y confirmó la tendencia obtenida de las entrevistas
que efectuamos a copiadores de USB.
La
violencia tuvo pocas dosis, aunque tampoco es que no hubiera. Si nuestra
encuesta anduvo lejos de resultados negativos no significa que todo esté bien,
hablamos de preferencias, no de totalidades. Se pueden estar viendo las
producciones negativas sin que sean las preferidas.
¿SOLO DIBUJOS?
Los
estudiosos Armando Mattelart y Ariel Dorfman en su texto Para leer el Pato Donald alertan que los animados se han transformado
en una reserva incuestionable del acervo cultural del hombre contemporáneo, y
cómo imponen sus mensajes, enajenantes o no, más allá de las fronteras, las
ideologías, los odios, las diferencias y los dialectos. Adiós la inocencia.
Tanta
voz puede poseer cualquier audiovisual de este tipo que hasta de revoltosos los
acusan. Eso hizo el expresidente norteamericano George Bush (padre) en 1999 cuando
Los Simpson, una de las realizaciones de mayor audiencia en el mundo, lo
satirizó. En represalia inició un juicio en contra de los productores del
programa y dijo que atentaba contra la seguridad del Estado.
Un
fenómeno actual lo tenemos en Dora, verdadera embajadora mundial. Salió en el
año 2000 dedicada a los niños en edad preescolar, originalmente en inglés y
acercando elementos del español a infantes angloparlantes. Ahora se transmite
en casi 20 idiomas, la base está en esas lenguas y se enseña palabras y
enunciados en inglés.
La
intrépida niña, de clara ascendencia latina, amiga de un monito llamado Botas,
se convirtió en emblema de la comunidad hispana. De hecho fue uno de los
símbolos alzados por los activistas cuando protestaron tras la promulgación de
la legislación SB 1070 de Arizona, mejor conocida como Ley del Odio, que
criminalizó la inmigración de indocumentados y entró en vigor en el 2010.
Quedamos
entonces que los dibujos animados nos cuentan historias de buenos y malos; a
veces tiernas, edificantes, educativas, otras no tanto. Saber que son más que caricaturas,
dibujos, nos pone alertas, en sospecha. Custodiar los contenidos a los cuales se
exponen los niños es un ejercicio vital, imprescindible. No vaya a ser que en
vez de la Caperucita ,
los dejemos sentarse justo, frente al temible lobo.
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