Todo
empezó porque cierto día le dio por arreglar uno, y fue como si su vida hubiera
encontrado un amor entre las varillas del bello objeto. Algo así tuvo que
suceder, porque nunca más se separó de su camino.
Comenzó
a construirlos, en miniaturas, tamaño normal, un poco más grande, y de tanto
repetir el ejercicio la maestría fue creciendo, y la inspiración empezó a hacer
lo suyo para fabricar diseños originales. Ayudó también que su mamá le regaló
un libro sobre el Museo de Arte Colonial en Cuba, con capítulos dedicados a este
tipo de utensilios.
De
esa manera llegó Jorge Fandiño González a dedicarse a fabricar abanicos, línea
de trabajo que a finales del año pasado lo promovió para ingresar a la ACAA.
Pero
lo que nunca imaginó de niño cuando en la casa de cultura de su natal Chaparra
practicaba el dibujo técnico y esculpía la madera, ni tampoco sospechó de adulto,
es que ilustres pintores dibujarían sus motivos sobre aquellas estructuras que
salían de sus manos.
Ese
sueño, que ni siquiera soñó, se hizo realidad durante la 49 Jornada Cucalambeana, cuando en la antesala de la cita abrió la exposición Aires de Cubanía,
compuesta por inmensos abanicos de Fandiño, decorados por 20 prestigiosos
artistas nacionales y locales (Raúl
Santos Zerpa (Santoserpa), Jorge Martell, Nelson Domínguez, Flora Fong, Kamyl Bullaudy, Eduardo Rivera, Lorenzo
Linares, Yamila Coma, Alexander Lecusay, Alexis Roselló, Liusan Cabrera, José
Manuel Mayo, Gabriel Ávila Santiesteban, Liang Domínguez Fong, Li Domínguez
Fong, Ernesto Matta, Sergio Ángel Fernández Borges, Adrián Fandiño, Juan Martín
Robau y Gregorio González).
En
las paredes de la galería de Comité Provincial de la Uneac encontraremos parte de
la historia de estos accesorios de belleza. Estilos como el cocarda de 21
varillas, el fontange de 18 varillas y el dos países de 22 varillas nos hacen
viajar por un apasionante universo, que en esta muestra estrecha lazos con el
arte por sus lienzos cargar con las ilusiones pictóricas de tantos creadores.
La
idea es llegar a 25 piezas y todas serán exhibidas en octubre en La Habana para celebrar el
primer cuarto de siglo del Cieric y su importante labor de mejorar la calidad
de la vida de la población a través de la cultura.
En
el medio de tanto está Fandiño, que incluso tiene en la expo un diseño propio,
el Isla de Cuba, basado en la forma de nuestro país. Él lo sabe, su vida ya no
será más la misma, no porque vaya a dejar su poblado, borre su mirada de gente
noble u opte por las lentejuelas, sino porque sus abanicos volaron más allá de lo que pudo suponer.
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