“Mamá,
dentro de pronto te veré fumando cocaína”.
“Ni
digas nada, me cogí deseando que la policía no capturara a la Viuda negra, esa narcotraficante de las
malas. Hasta sentí lástima por ella. Suspenderé estas cosas”.
Diálogo
real, muy real, cuyos pocos enunciados dibujan uno de los actuales dilemas de nuestro
país: Los contenidos que en casa se consumen, son asumidos ¿pasiva o
críticamente?
La
pregunta adquiere tono de urgencia en un contexto que cada vez habla de más facilidades
tecnológicas para ver, oír, leer y circular materiales de todo tipo, con el
consabido repliegue hacia lo doméstico. El “complot” crece de manos de la
legalización del mercado cuentapropista para vender productos digitales.
Y
cierra el círculo la aparición del llamado paquete,
que no solo agregó una nueva acepción al vocablo, también estremeció las prácticas
de consumo cultural, rediseñando los mapas de ocio y convirtiéndose en el medio
alternativo más popular de los últimos tiempos.
En
ese compendio semanal de materiales (alrededor de un terabyte), sordo a los derechos de autor, lo mismo encuentras la
serie norteamericana del momento que lacrimógenas telenovelas, la súper
aplicación, el videoclip del cantante líder en Lucas y de la lista europea de Billboard, noticias de cualquier
lugar o la película que estrenará el cine el mes próximo.
Una
de sus fortalezas está precisamente ahí, en los múltiples caminos que pone ante
los espectadores; las otras descansan en lo fácil del acceso y su novedosa estructura
de distribución, que incluye viajes en guagua, principalmente desde La Habana.
La
falta de acceso a Internet y las deudas de la programación televisiva con el
gusto del público dispusieron el tablero para que este repositorio digital naciera
y hoy siga andando de San Antonio a Maisí, como prueba del ingenio del cubano. Las
potencialidades quedaron claras desde el inicio, tanto que la CIA ayudó en su extensión, desesperada
por promover el desarraigo y la penetración ideológica.
Ante
necesidades de información y esparcimiento un “iluminado” creó el paquete.
Algunos lo llaman gloria; otros, Satanás, y… ¿qué será?
USB DE MI VIDA
Hasta
el cierre de abril, en nuestra provincia 502 personas tienen licencia de Comprador-Vendedor
de Discos, la cual ampara, no sin incongruencias de por medio, a quienes se
dedican a grabar memorias flash. Los puntos de copia son sitios realmente
interesantes si perseguimos entresijos del consumo cultural.
Este
equipo de prensa visitó en el municipio cabecera y Majibacoa 10 establecimientos
de tal tipo. La entrevista a los copiadores fue muy reveladora. Sin excepción, coincidieron
en que entre lo más buscado se encuentran los reality show, como Caso cerrado
y Nuestra belleza latina; los
concursos de talentos, dígase por ejemplo la
Voz México; las
películas de acción, violencia y terror, y los dramatizados sobre narcotráfico.
Aquí se reiteraron Señora de acero, Viuda negra, El señor de los cielos y La querida
del centauro.
Mencionaron
también combates de UFC (artes marciales mixtas), los que a juicio de Arturo Almanza Reyes, de Calixto, llaman la atención
por sus pleitos descarnados y la aparición a veces de cubanos entre los
contendientes. Confirma además que “aunque la gente conoce de la manipulación y
la mentira le gusta Caso cerrado”.
“En
ocasiones vienen sin saber cuál filme quieren, les muestro fragmentos de
algunos, y escogen el que tiene más acción”, comenta Osniel Peña, quien trabaja
en el reparto Casa Piedra.
La mayoría de esas preferencias ubica su norte en la
frivolidad con máscaras de entretenimiento, y obvia el aporte espiritual. Claro,
no siempre podemos escoger esa dualidad, pero tampoco se trata de que sus
partes jamás conversen.
En
cuestiones de gustos nadie dicta órdenes, hasta algunos suponen que dosis pequeñas
de banalidad no resultan dañinas. El desafío es reconocerla y luego tomar
distancia. Pero conviene preguntarse por la naturaleza de lo escogido para el
recreo. ¿De qué reímos? ¿Con qué nos emocionamos? Idealizar a personajes
negativos ¿es cosa de inocentes o de tontos? ¿Realmente estamos lejos de tanta trivialidad?
¿No hay peligro de contaminación?
Advertimos
que cada negocio perfila su “banco” según los intereses de los clientes. No se
tiende a copiar el paquete completo, solo lo demandado. Esta práctica, al
tiempo que excluye la posibilidad de sugerir algo nuevo, le otorga gran fuerza al
poder de elección del usuario. Si este se eleva en su pesquisa, así lo hará el
proveedor.
Por
esa causa en algunos lugares no faltan Decisiones
y La rosa de Guadalupe, dramas,
muñequitos mangas, películas antiguas; documentales sobre catastrofismos,
carros y motos, animados infantiles, series coreanas, telenovelas turcas, comedias, fútbol, música
mexicana, ciencia ficción y videos clip contemporáneos.
Nos
sorprendió que ante los terabytes en
sus manos, unos copiadores opten por la indiferencia, pues “el buen comerciante
no consume lo que vende”. En cambio otros para explicar a los clientes dedican minutos
a repasar lo que ofrecen, aunque no les agrade.
Reciben en sus puestos los
pedidos más diversos, desde lo ilegal, cuando no pocos se acercan a preguntar
si tienen pornografía, hasta los de una inmediatez arrolladora: “Cuando la
rebaja de precios -recuerda Adrián Reyes Ávila, del reparto Buena
Vista- muchos vinieron temprano a buscar el paquete con la información porque
no reciben la prensa en sus hogares”.
AL
DESNUDO
Para contrastar opiniones, La
Rendija investigó las del público. En esta localidad, 60
tuneros, 36 mujeres y 24 hombres, completaron la encuesta sobre gustos y
preferencias a la hora de llenar la USB. Predominaron
en un 40 por ciento las edades de 15
a 25 años, por lo que sus respuestas marcaron tendencia.
Las féminas dijeron ir a
los puntos de copia más de tres veces a la semana; los varones, una sola ocasión. Entre ellas las
producciones preferidas fueron series, telenovelas, películas, música y shows; mientras, ellos obviaron la
segunda opción, mantuvieron las restantes y agregaron espacios deportivos y
humorísticos.
En ambos grupos, narcotráfico,
acción y aventuras sobresalieron como temas de interés. Las damas sumaron
romance, asuntos culturales y terror, y los caballeros incorporaron deportes, ciencia
y técnica e informática.
Entretenidos, útiles e
instructivos, así caracterizaron de conjunto a los programas del paquete, y
llamaron a este compendio digital, medio de diversión y sabiduría, con tópicos
variados
y sustanciosos. Señoreó la opción de más de dos horas cuando se interrogó por el tiempo que
dedican a ver esos materiales.
Nada de sorpresas. Los
datos confirmaron los ya obtenidos en cuanto a las solicitudes de los consumidores y
el valor de esparcimiento que el paquete pondera en sus vidas. Incluso, las
estadísticas de las minorías del sondeo lo respaldan. (Ver Infografía)
MÁS ALLÁ DE LOS GIGAS
¿Gloria
o Satanás? Ni una cosa ni la otra. No es la panacea de la libertad como algunos
piensan, pues otros han decidido la oferta, desconociendo realidades
diferentes. Tampoco viste de diablo porque los peligros ideológicos que supone
su extensa programación norteamericana, los vivimos día a día en la televisión
nacional. Y que sean las producciones mediocres las más buscadas no significa
que niegue la entrada a ofertas culturales legítimas, sino que el público lo
decide así.
El
paquete es solo una opción, un camino que podemos tomar o no. Su vida útil
depende de muchas condicionantes, empezando por la evolución de los problemas
que le dieron cuerpo.
El
cambio vendrá del espectador, del crecimiento en su capacidad desprejuiciada de
asimilar la crítica y la opinión sensible, que le permita “negociar” activamente
con los contenidos, sobre todo ahora, cuando la cultura audiovisual tiene una
influencia cada vez mayor en la formación de valores y las representaciones
sociales.
Asignaturas
de apreciación artística deberán aparecer en algún momento en los planes de
estudio de varias enseñanzas, para formar el gusto estético y ofrecer
herramientas de valoración. Mientras, las instituciones han de jerarquizar y promocionar
lo mejor.
“A
la hora de ofrecer un producto artístico no podemos sujetarnos al hecho de que
un tipo de población lo prefiera o no. Tenemos que poseer la capacidad, la audacia
y el tino de saber que nuestra batalla comienza desde el momento en que enseñemos
a comprender cuán alejados de esta sociedad se encuentran ciertos valores
asimilados.
“Hay
que darle a la gente no lo que quiera y diga necesitar, sino lo que realmente
necesita lo auténtico, lo valioso. Es un pleito que se libra desde todas las
plataformas de la proyección del arte. Debemos buscar espacios que legitimen más
el pensamiento provocador y problematizador del arte, y su confluencia en la
sociedad. Espacios donde la crítica y el liderazgo del intelectual impulsen la
acción de la cultura sobre zonas deficitarias a nivel social”, comenta a La
Rendija el
poeta y narrador Carlos Esquivel, responsable de la crítica artística literaria
en la Dirección Provincial
de Cultura.
La
suerte está echada. Y tú, ¿qué copias?
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