miércoles, 13 de julio de 2016

Y tú ¿qué copias?

En coautoría con Yelaine Martínez

 “Mamá, dentro de pronto te veré fumando cocaína”.

“Ni digas nada, me cogí deseando que la policía no capturara a la Viuda negra, esa narcotraficante de las malas. Hasta sentí lástima por ella. Suspenderé estas cosas”.
Diálogo real, muy real, cuyos pocos enunciados dibujan uno de los actuales dilemas de nuestro país: Los contenidos que en casa se consumen, son asumidos ¿pasiva o críticamente?
La pregunta adquiere tono de urgencia en un contexto que cada vez habla de más facilidades tecnológicas para ver, oír, leer y circular materiales de todo tipo, con el consabido repliegue hacia lo doméstico. El “complot” crece de manos de la legalización del mercado cuentapropista para vender productos digitales.
Y cierra el círculo la aparición del llamado paquete, que no solo agregó una nueva acepción al vocablo, también estremeció las prácticas de consumo cultural, rediseñando los mapas de ocio y convirtiéndose en el medio alternativo más popular de los últimos tiempos.
En ese compendio semanal de materiales (alrededor de un terabyte), sordo a los derechos de autor, lo mismo encuentras la serie norteamericana del momento que lacrimógenas telenovelas, la súper aplicación, el videoclip del cantante líder en Lucas y de la lista europea de Billboard, noticias de cualquier lugar o la película que estrenará el cine el mes próximo.
Una de sus fortalezas está precisamente ahí, en los múltiples caminos que pone ante los espectadores; las otras descansan en lo fácil del acceso y su novedosa estructura de distribución, que incluye viajes en guagua, principalmente desde La Habana.

La falta de acceso a Internet y las deudas de la programación televisiva con el gusto del público dispusieron el tablero para que este repositorio digital naciera y hoy siga andando de San Antonio a Maisí, como prueba del ingenio del cubano. Las potencialidades quedaron claras desde el inicio, tanto que la CIA ayudó en su extensión, desesperada por promover el desarraigo y la penetración ideológica.
Ante necesidades de información y esparcimiento un “iluminado” creó el paquete. Algunos lo llaman gloria; otros, Satanás, y… ¿qué será?
                              USB DE MI VIDA
Hasta el cierre de abril, en nuestra provincia 502 personas tienen licencia de Comprador-Vendedor de Discos, la cual ampara, no sin incongruencias de por medio, a quienes se dedican a grabar memorias flash. Los puntos de copia son sitios realmente interesantes si perseguimos entresijos del consumo cultural.  
Este equipo de prensa visitó en el municipio cabecera y Majibacoa 10 establecimientos de tal tipo. La entrevista a los copiadores fue muy reveladora. Sin excepción, coincidieron en que entre lo más buscado se encuentran los reality show, como Caso cerrado y Nuestra belleza latina; los concursos de talentos, dígase por ejemplo la Voz México; las películas de acción, violencia y terror, y los dramatizados sobre narcotráfico. Aquí se reiteraron Señora de acero, Viuda negra, El señor de los cielos y La querida del centauro.
Mencionaron también combates de UFC (artes marciales mixtas), los que a juicio de Arturo Almanza Reyes, de Calixto, llaman la atención por sus pleitos descarnados y la aparición a veces de cubanos entre los contendientes. Confirma además que “aunque la gente conoce de la manipulación y la mentira le gusta Caso cerrado”.
“En ocasiones vienen sin saber cuál filme quieren, les muestro fragmentos de algunos, y escogen el que tiene más acción”, comenta Osniel Peña, quien trabaja en el reparto Casa Piedra.
La mayoría de esas preferencias ubica su norte en la frivolidad con máscaras de entretenimiento, y obvia el aporte espiritual. Claro, no siempre podemos escoger esa dualidad, pero tampoco se trata de que sus partes jamás conversen.  
En cuestiones de gustos nadie dicta órdenes, hasta algunos suponen que dosis pequeñas de banalidad no resultan dañinas. El desafío es reconocerla y luego tomar distancia. Pero conviene preguntarse por la naturaleza de lo escogido para el recreo. ¿De qué reímos? ¿Con qué nos emocionamos? Idealizar a personajes negativos ¿es cosa de inocentes o de tontos? ¿Realmente estamos lejos de tanta trivialidad? ¿No hay peligro de contaminación?     
Advertimos que cada negocio perfila su “banco” según los intereses de los clientes. No se tiende a copiar el paquete completo, solo lo demandado. Esta práctica, al tiempo que excluye la posibilidad de sugerir algo nuevo, le otorga gran fuerza al poder de elección del usuario. Si este se eleva en su pesquisa, así lo hará el proveedor.
Por esa causa en algunos lugares no faltan Decisiones y La rosa de Guadalupe, dramas, muñequitos mangas, películas antiguas; documentales sobre catastrofismos, carros y motos, animados infantiles, series coreanas,  telenovelas turcas, comedias, fútbol, música mexicana, ciencia ficción y videos clip contemporáneos.
Nos sorprendió que ante los terabytes en sus manos, unos copiadores opten por la indiferencia, pues “el buen comerciante no consume lo que vende”. En cambio otros para explicar a los clientes dedican minutos a repasar lo que ofrecen, aunque no les agrade.
Reciben en sus puestos los pedidos más diversos, desde lo ilegal, cuando no pocos se acercan a preguntar si tienen pornografía, hasta los de una inmediatez arrolladora: “Cuando la rebaja de precios -recuerda Adrián Reyes Ávila, del reparto Buena Vista- muchos vinieron temprano a buscar el paquete con la información porque no reciben la prensa en sus hogares”.
AL DESNUDO
Para contrastar opiniones, La Rendija investigó las del público. En esta localidad, 60 tuneros, 36 mujeres y 24 hombres, completaron la encuesta sobre gustos y preferencias a la hora de llenar la USB. Predominaron en un 40 por ciento las edades de 15 a 25 años, por lo que sus respuestas marcaron tendencia.  
Las féminas dijeron ir a los puntos de copia más de tres veces a la semana; los  varones, una sola ocasión. Entre ellas las producciones preferidas fueron series, telenovelas, películas, música y shows; mientras, ellos obviaron la segunda opción, mantuvieron las restantes y agregaron espacios deportivos y humorísticos.
En ambos grupos, narcotráfico, acción y aventuras sobresalieron como temas de interés. Las damas sumaron romance, asuntos culturales y terror, y los caballeros incorporaron deportes, ciencia y técnica e informática.
Entretenidos, útiles e instructivos, así caracterizaron de conjunto a los programas del paquete, y llamaron a este compendio digital, medio de diversión y sabiduría, con tópicos variados y sustanciosos. Señoreó la opción de más de dos horas cuando se interrogó por el tiempo que dedican a ver esos materiales.
Nada de sorpresas. Los datos confirmaron los ya obtenidos en cuanto a las solicitudes de los consumidores y el valor de esparcimiento que el paquete pondera en sus vidas. Incluso, las estadísticas de las minorías del sondeo lo respaldan. (Ver Infografía)   
MÁS ALLÁ DE LOS GIGAS
¿Gloria o Satanás? Ni una cosa ni la otra. No es la panacea de la libertad como algunos piensan, pues otros han decidido la oferta, desconociendo realidades diferentes. Tampoco viste de diablo porque los peligros ideológicos que supone su extensa programación norteamericana, los vivimos día a día en la televisión nacional. Y que sean las producciones mediocres las más buscadas no significa que niegue la entrada a ofertas culturales legítimas, sino que el público lo decide así.
El paquete es solo una opción, un camino que podemos tomar o no. Su vida útil depende de muchas condicionantes, empezando por la evolución de los problemas que le dieron cuerpo.
El cambio vendrá del espectador, del crecimiento en su capacidad desprejuiciada de asimilar la crítica y la opinión sensible, que le permita “negociar” activamente con los contenidos, sobre todo ahora, cuando la cultura audiovisual tiene una influencia cada vez mayor en la formación de valores y las representaciones sociales.
Asignaturas de apreciación artística deberán aparecer en algún momento en los planes de estudio de varias enseñanzas, para formar el gusto estético y ofrecer herramientas de valoración. Mientras, las instituciones han de jerarquizar y promocionar lo mejor.
“A la hora de ofrecer un producto artístico no podemos sujetarnos al hecho de que un tipo de población lo prefiera o no. Tenemos que poseer la capacidad, la audacia y el tino de saber que nuestra batalla comienza desde el momento en que enseñemos a comprender cuán alejados de esta sociedad se encuentran ciertos valores asimilados.
“Hay que darle a la gente no lo que quiera y diga necesitar, sino lo que realmente necesita lo auténtico, lo valioso. Es un pleito que se libra desde todas las plataformas de la proyección del arte. Debemos buscar espacios que legitimen más el pensamiento provocador y problematizador del arte, y su confluencia en la sociedad. Espacios donde la crítica y el liderazgo del intelectual impulsen la acción de la cultura sobre zonas deficitarias a nivel social”, comenta a La Rendija el poeta y narrador Carlos Esquivel, responsable de la crítica artística literaria en la Dirección Provincial de Cultura.
La suerte está echada. Y tú, ¿qué copias?

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