Apenas
dos cursos de estudio han bastado para identificar a dichas líneas como de las
que más defienden el legado de la música popular, un viejo pedido que acumulan
los planteles de este tipo de enseñanza, con frecuencia solo centrados en el
mundo clásico. Y las ganancias crecen.
HIJO ADOPTIVO
Conocimos
al laúd gracias a la cultura árabe. La España ocupada por los moros lo recibió para
luego enamorar a América con su toque. A la Mayor de las Antillas la sedujo sin límites, se
adaptó asombrosamente a los ritmos locales, considerándolo hoy el padre del
complejo del punto cubano.
Quién
sabe si Rainer Pargas es el próximo Barbarito Torres (Matanzas, 1956), uno de
los pilares del Buena Vista Social Club. Quizás en sus pequeñas manos esté
cifrado ese futuro. Puede ser o no. Lo que importa es que él a sus 11 años anda
muy feliz. Todo se debe a los estudios del instrumento en la EVA.
Ahora,
mientras entona versos octosílabos, algo que le hemos visto realizar desde hace
más de un lustro con la asesoría de la Casa Iberoamericana
de la Décima,
se acompaña a sí mismo.
"No
me arrepiento de haber entrado aquí, amo el laúd, cuando canto siento más
seguridad tocándolo, me puedo desarrollar en ambas cosas. Sueño con ser un gran
laudista", expresa convencido el adolescente.
Para
que Rainer y los otros 10 estudiantes de la disciplina amplíen sus habilidades,
maestros como Yandy Álvarez Castillo, profesor de la vertiente popular, ponen
todo de sí.
"La
cátedra abrió porque era imposible que no existiera en la provincia donde se
celebra la
Jornada Cucalambeana. Muchos de los niños (entran en quinto
grado) están vinculados con talleres de repentismo y los veo muy animados.
"Reciben
una formación completa porque a mi campo, en el que profundizamos en temas como
el son y el acompañamiento a los poetas, se une lo clásico".
Yandy
integra el Conjunto Original Cucalambé, y reconoce cómo sus pupilos pueden
aportar al panorama cultural de la localidad porque tiene muy pocos colegas
instrumentistas profesionales. Y resulta una situación que se repite en buena
parte del país.
"Aunque
ya ese horizonte debería bastar para valorarlo más de lo que lo hacemos, pues
hablamos de nuestras raíces, tampoco podemos encasillar al laúd en el género
campesino, su espectro es más amplio como todos los instrumentos. Estamos
haciendo énfasis en que los alumnos entiendan y asuman eso", concluye el
joven profe.
DE
TUS ENTRAÑAS
Hasta
tanto se demuestre lo contrario, afirmamos que el tres nació en las zonas
rurales del oriente de la
Isla. Le brotó, seguramente, al ingenio de algún guajiro
inspirado en la guitarra para hacerlo el alma del son. Su función musical en
los conjuntos de esta corriente no se limita al punteo melódico, sino que
desempeña un importante papel en el plano armónico y rítmico. No por gusto ya
fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
Su
aprendizaje en la academia tunera ha estado por un buen tiempo, pero nada más
en el nivel medio, que junto al superior fue lo existente en el país desde los
años 80, hasta que en el 2009 el elemental viniera a enriquecer ese espectro.
La carrera ha lidiado con el hecho de ser a veces una opción escogida por quien
no dio o quiso seguir en alguna disciplina.
Eso
último le sucedió a Beatriz Rodríguez Cook y el tres le devolvió las ilusiones.
Ella es una de las bisoñas profesoras de la especialidad y ve con alegría a los
10 alumnos de los cursos iniciales, quienes no llegaron como
"trampolín", sino decididos, en su mayoría, a consagrarse a tal ruta
de vida.
"Esta
enseñanza ha crecido, antes solo dábamos las composiciones clásicas, no
recibíamos lo popular. Ahora impartimos materias de ambos universos, lo que
contribuye a la preparación integral. Estoy muy satisfecha que sea de esa
manera, porque si abogamos por preservar tradiciones, no podemos ir en contra
de la esencia de este pueblo. Claro, sin olvidar las muchas posibilidades que
tiene el tres en la música de concierto".
Emilio
Alejandro Hernández Rojas vive en Jobabo. Con 12 años entiende lo comentado por
Beatriz. Más que entenderlo, lo siente. "Estoy en séptimo grado y hasta
ahora me ha ido bien, no he bajado de 98 puntos en el instrumento y estudio
para seguir así. ¿Qué le hallo al tres? Muy fácil, que el son es lo mío",
lanza a boca de jarro el mozuelo, aunque quien lo ve puede imaginarlo más como
rockero, con su pelo largo, que siendo epígono de Arsenio Rodríguez y Pancho Amat.
EN
FIN, NUESTROS
Aun
cuando les complace arrullarlas, tanto el laúd como el tres trascendieron hace
mucho las fronteras campesinas, para perfectamente vestir de frac con una
orquesta sinfónica, o usar los colores del jazz y la bossa nova.
No
verlos en amplitud quizás sea la razón por la que varios de los compañeros de
Emilio quieren cambiarse de disciplina. Con ello dejan en claro cierta
discriminación que enfrentan ambas líneas ante émulas tan universales como el
violín y la guitarra. Sin embargo, debería ser todo lo contrario, porque nos
referimos a los instrumentos que dieron aliento a cuerpos raigales de nuestra
cultura.
La
carga de improvisación a su alcance, permitiéndole al músico desplegar
virtuosismo, imaginación y creatividad, más la complejidad que supone para el
acople colectivo tener cuerdas metálicas, les suman atractivos a los dos.
Uno
y otro han bebido durante décadas del empirismo y preguntarse para qué la
escuela no es raro. Su permanencia, particularmente del nivel elemental, teje
la oportunidad del auge y la capacitación desde edades tempranas; con ello
aumentan las probabilidades de encontrar talentos que impacten dentro y fuera
de la nación, y de hallar seres comprometidos en su defensa.
Intercambios
con planteles homólogos, presentaciones en vivo de los estudiantes y garantizar
las partituras para las clases del tres popular, hoy en falta, laten entre las
acciones que la EVA,
siempre tan emprendedora, puede realizar para ponerle más brillo a la mirada que
en buena hora fija en dos amores de Cuba. Si de lo nuestro se trata, nunca será
suficiente.
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