Cuando
fue a recibir el premio dijo no sentirse a la altura de los anteriores
vencedores, pero que estaba complacido de caminar por donde ellos habían
andado. Mientras hablaba, su voz, cuerpo y mirada delataron la emoción que
paseaba gustosa dentro de él.
La
mayoría de los presentes celebraron el triunfo, y afirmaban: "Es un
muchacho bueno, se lo merece. Su talento necesita reconocimiento". Y es
que no pocos conocen de la laboriosidad y sencillez de Junior Fernández Guerra,
posicionándolo con más honores entre lo mejor de los noveles autores tuneros.
Con
el cuaderno Extraños ritos del alma. Antología de voces en la niebla ganó el
Concurso Cucalambé en Décima Escrita 2015, entregado durante la 48 Jornada Cucalambeana,
fiesta defensora de las tradiciones campesinas.
Este
joven de 31 años sobresalió en la decena de propuestas analizadas, al decir del
jurado, por el nivel de diálogo con poéticas ya referenciales en la espinela de
la Isla; la
concepción del libro como un todo, desde las motivaciones hasta la atmósfera
que se recrea, y una reescritura que asentada en la posmodernidad enaltece el
concepto y cuestiona los límites formales.
La
temática del suicidio late como hilo conductor de las páginas.
"Conversando con un amigo me di cuenta de que la mayoría de los escritores
que había leído, todos se habían suicidado. Pensé qué puede impulsar a una
persona a quitarse la vida", comenta Fernández Guerra.
Un
profundo estudio de cada personalidad antecedió a la consumación del texto, por
el que se pasean nombres como el de Reynaldo Arenas, Ángel Escobar, Emilio
Salgari, Horacio Quiroga, Alfonsina Storni y Silvia Platt.
"Es
mi homenaje a ellos. Cada poema está dedicado a un artista, todos llevan una
cita suya y lo que trato de alguna manera es dilucidar qué motivaciones los
llevaron al suicidio. Resulta un libro bastante oscuro, pero era la inquietud
que yo tenía, y debía sacar eso afuera".
Estaba
en el preuniversitario cuando le prestaron el texto Rehén del polvo, poemario
en décimas del importante escritor holguinero Ronel González. Ese título
cambiaría, literalmente, su vida para siempre.
"Me
gustó la forma de estructurar los versos, había leído mucha poesía rimada, pero
sabía muy, muy poco de la estrofa nacional. Me puse a estudiar la obra,
decodifiqué un poco la manera de construir la espinela y empecé a hacer mis
primeros intentos hasta que en los talleres literarios me explicaron todo.
"El
verso rimado tiene un encanto, una musicalidad, que es maravilloso. Me molesta
mucho cuando convocan a un certamen y lo hacen en poesía y décima, como si esta
no fuera también poesía. La voy a defender siempre".
Desde
aquellos primeros años de descubrimiento soñaba con alcanzar el
"Cucalambé", considerada la lid más importante de dicho molde
estrófico en el país, y en la que han triunfado relevantes nombres de la
literatura nacional. "Ahora mismo en el país sí hay una fuerte
representación de la décima entre los escritores jóvenes, y varios han sido
premiados en importantes concursos. Me parece que el verso octosílabo va
entrando a nuevas etapas evolutivas en cuanto a temáticas e inquietudes. Mi
generación le está aportando su forma de pensar, que no es la misma de años
atrás, cuando empezó toda la revolución y nació lo que Ronel llamó metadécima.
Confío que esté llegando a otro punto importante de su historia dentro la
literatura cubana".
Junior
escribe más narrativa que poesía. Pasó en el 2013 el curso del Centro de
Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y ha obtenido varios lauros de
cuentos, pero en realidad, se siente cómodo en los dos mundos, el género lo
definirá el tema. Actualmente lidera el proyecto Encaminarte, editorial
cartonera de la
Asociación Hermanos Saíz en la provincia que destaca por la
singularidad de sus diseños.
Él,
como todo escritor, lo ha sufrido: las ideas a veces no vienen tan fácil, pero
no pretende cansarse de ir tras ellas. Hará de todo para no espantar a las
musas, sobre todo si llegan con afanes de viajar al país llamado décima.
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