de Inocente Iznaga, El Jilguero de Cienfuegos. |
Bendita,
realmente bendita puede sentirse Las Tunas: Celina González (Matanzas, 1928), la Reina del Punto Cubano,
paseó por aquí esa nobleza de campo que nunca perdió a pesar de las lentejuelas
del éxito; aquí alzó su potente y colorida voz para sentir a este país salir
por sus labios.
En
cada visita dejó amigos y admiradores que lloran su partida física, acontecida
el 4 de febrero pasado. Sin embargo, la tristeza no le va a un ser tan intenso
como ella, por eso, mejor congratulémonos con la oportunidad de haber
compartido su tiempo. Precisamente, a eso invitó la Casa Iberoamericana de la Décima este
miércoles 11.
Asistieron
al conversatorio homenaje escritores, promotores, periodistas, músicos,
repentistas, investigadores, directivos, trabajadores del sector y tuneros
seguidores de su obra. A todos, el mismo llamado: “Hablaremos de Celina, pasa
por allá”. Y con la misma naturalidad de la invitación, llegaron las anécdotas,
sin necesidad de tribunas o micrófonos.
A
veces se trató de un instante, un mínimo instante a su lado, pero suficiente
por la connotación para tacharlo de inolvidable. El poeta Antonio Gutiérrez tuvo
la ventura que sus décimas Donde cuelgo
la brida una vez musicalizadas, la gran intérprete las cantara. Un día, en
el recinto ferial Expocuba “se me acercó y me dijo: Usted es el del caballo”, en referencia a la composición. Verla así
tan diáfana y cercana fue para él muy emotivo.
La nueva generación quiso dedicarle también
su canto
a Celina.
|
En
otros minutos el recuerdo trajo argumentos de por qué la Premio Nacional de
Música del 2002 lleva ribete de patrimonio, de gloria. Carlos Téllez, poeta y
director de televisión, comentó que injustamente solo la relacionamos con el
espectro campesino, pero su poderoso timbre y gran capacidad vocal le permitió pasearse
con soltura por diversos géneros. Su legado es tal que “debemos incluirla entre
las más grandes cantantes nacionales”.
No
faltaron historias de cómo supo entender el valor de la renovación. Por eso cuando
aquí escuchó un arreglo con aires más contemporáneos de su himno Yo soy el punto cubano, la respuesta de
ella fue la felicitación al autor, el tunero José Ángel Alonso, quien evoca
feliz: “Me expresó: Eso es lo que hay que
hacer, pero sin perder la esencia”.
Imposible
el silencio de una hermana de religión, otra hija de Santa Bárbara, la maestra
jubilada Estrella Arcos Luque. “La amé -dijo- porque nunca olvidó su origen
humilde a pesar de recorrer el mundo. Llevaba a Cuba muy adentro y respetó a
Changó dondequiera que estuvo, nunca ocultó su devoción, cuando otros se la
callaban”. Y cerró con un soberano: “Aché para Celina”.
Celina junto a su hijo Reutilio y músicos tuneros |
Algo
así hizo la
Asamblea Provincial del Poder Popular al concederle su máxima
distinción, la Réplica
del Machete de Vicente García. Era el 3 de julio del 2004 y Luis Morales Arma se
encontraba al frente de la ceremonia. Minutos antes del comienzo le avisan que
la artista estaba indispuesta, ya para entonces ella veía la vida desde una silla
de ruedas. Había que decidir si empezar ono, porque no era la única homenajeada. Para el organizador
jefe estaba todo muy claro, había que esperarla y así lo hizo.
El mismo día de la muerte, Ramón Batista, director de
la Casa de la Décima , habló con los
familiares. Quizás en ese minuto, como hoy, no le salía de la cabeza la frase que
le escuchó decir en una de sus últimas entrevistas en la provincia: “No dejen
morir a la
Jornada Cucalambeana ”.
Para cumplirle, nuevas generaciones se empinan, como
lo demostró el cierre del conversatorio, de manos de Dalía Macallo, talentosa
niña de los talleres de repentismo que supo alzar en su voz algunos de los
hitos de la Reina.
Las Tunas, sin dudas, la lleva muy profundo. Dicen
que ha muerto, ¿será verdad? Dicen que era miércoles, justo a las 10:25 am, por
la mañana, claro, para que el Sol se fuera con ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario