En solo cuatro días el complejo repertorio. |
La
escuela vocacional de arte El Cucalambé (EVA) no deja de asombrar a su tiempo,
que por suerte, es el nuestro también. Aún se comenta el más reciente obsequio de
sus alumnos: la grabación en diciembre pasado de dos producciones discográficas
en los estudios Abdala, destinados a enriquecer el fondo metodológico de la Enseñanza Artística
cubana.
Varios
centros escolares han tenido esta oportunidad, pero pocos han podido incluir a
dos agrupaciones, lo que habla muy bien del talento que crece aquí. El grupo de
música popular La Nueva Combinación
y la Orquesta
de Cámara Juvenil, fundados en el 2012, tienen una aventura hermosa por contar.
Quién
le hubiera dicho a René (Labrada Padrón, primer año de nivel medio, trompeta) que aquel improvisado elenco campesino,
nacido para una actividad de homenaje a los profesores, crecería tanto y hoy en
la EVA pondría a
bailar a todos. Quién le iba a decir, que tan joven su nombre se leería entre
los hacedores de un fonograma.
“Fue
una experiencia linda, los estudios Abdala son increíbles y nos sentimos
orgullosos de que otros alumnos aprendan con nuestro disco”, comenta, y una
anécdota se le desborda por los ojos antes, mucho antes, que por su boca.
Susana,
Racial, René y Dailín andan, como los
restantes nueve miembros de
“muertos” de
orgullo por vivir tan emotiva experiencia.
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“Varios
del grupo estábamos locos por conocer al músico Alexánder Abréu, y casualmente también grababa
allí en esos días. Hablamos con su productor y vino especialmente a vernos. Para
qué decirte, me emocioné mucho”.
Raciel
(Blanco Ávila, primer año de nivel medio, trombón) describe la experiencia del
CD desde la elocuencia: “Sentimos todo lo bueno que un ser humano puede
sentir”. Confirma que pertenecer a La nueva combinación le ha dejado claro que
lo suyo es lo popular. Justamente, el acercamiento a ese espectro sonoro que,
contra muchas lógicas, no se estudia en la academia, resulta uno de los saldos
mejor recibidos por él y sus compañeros.
“Debemos
defender lo cubano”, apunta. Mientras, Susana (Vidal Eliot, segundo año de
nivel medio, violín) comenta que interpretaron 12 canciones muy tradicionales,
en su mayoría antológicas como El cuarto
de Tula, Almendra, La Guantanamera , y Cómo fue. “Primero se grabaron las bases: bajo, piano y percusión,
luego los violines y por último los metales. Me gustó como se escuchó La caldosa (de Don Kike)”.
Dicho
así, parece todo miel sobre hojuelas, pero no nos ilusionemos. “Hacía mucho
frío -recuerda Raciel-, las trompetas y los trombones se ponían congelados, era
engorroso tocarlos.” “Por eso -agrega René- para mí la composición más difícil
fue Mira cómo estás, ahí los metales
trabajan fuerte. La sonidista de Abdala nunca había grabado estos instrumentos de pie,
y con nosotros tuvo que hacerlo, porque no nos sentíamos cómodos sentados”.
Dailín
(Solís González, segundo año de nivel medio, violín), cantante de la agrupación,
le impresionó el proceso para registrar la voz. ¿Te gustó tu canto?, pregunto,
y sonrojada responde: “Más o menos, soy muy autocrítica”.
Tanto
ella como Susana también pertenecen a la Orquesta de Cámara. Un repertorio de concierto
muy complejo, con cuatro obras, les robó el sueño. Pero lo más impactante,
según ambas, fue realizar la grabación con los 18 integrantes a la vez,
“significaba que al más mínimo ruido teníamos que volver a empezar, cada composición
debía hacerse de arriba abajo”, puntualiza Dailín.
“Y
nos pasó de todo, -agrega Susana- hay quien tuvo toz, se rompió una cuerda, los
violines se desafinaron, y mucho frío. Pero al final quedó bien, gracias a la
gran exigencia de nuestro director Giudel Gómez. Cuando nos escuchamos, no
podíamos creer que éramos nosotros, sonaba maravilloso”.
Daili siente que creció
como instrumentista. |
Las
bajas temperaturas adicionaron complejidad a la de por sí agotadora pieza Sinfonía Simple de Benjamín Britten. “Incluye
el pizzicato (consiste en pellizcar
las cuerdas con la yema de los dedos), no estamos acostumbrados a hacerlo
tantas veces y teníamos las manos entumecidas”, dice Daili (Caballero Domínguez,
segundo año de nivel medio, viola) quien entre otros comentarios concluye: “Después
del disco siento que puedo tocar mejor”.
El
miedo ante esa composición no solo anidaba en los noveles pupilos. “Le teníamos
temor porque lleva muchos detalles, y sin embargo, el movimiento uno salió
desde la primera vez.
“Para
la Orquesta fue
bueno la grabación, pero sobre todo para los niños y las niñas, porque
individualmente comprendieron la importancia de la exigencia a la hora de tocar
el instrumento. Enfrentamos sesiones rigurosas, y resultó impresionante la calidad de la interpretación
de ellos”, comparte con evidente emoción Clarissa Pérez Hernández, jefa del Departamento
de Cuerdas Frotadas.
En
la vida de los dos elencos, los estudios Abdala marcaron un crecimiento. La
disciplina y actitud profesional, a pesar de la corta edad, iluminaron a los
estudiantes. Ellos, recorriendo el último tramo de la adolescencia, lograron lo
que muchos creadores vetustos no han conseguido aún. Sin embargo, lo más
importante, al tiempo que alimentaron su técnica, encontraron tempranamente,
motivos para estremecerse como artistas.
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