miércoles, 11 de mayo de 2016

Laúd y tres: lo nuestro primero (+ videos)



Hace tres años dos nuevas especialidades se posaron en el centro del pecho de la escuela vocacional de arte El Cucalambé (EVA): el laúd y el tres, ambas en nivel elemental. Llegaban para apostar por sonoridades que bien podemos decir identifican "lo cubano"; vinieron a alimentarnos la memoria.
Apenas dos cursos de estudio han bastado para identificar a dichas líneas como de las que más defienden el legado de la música popular, un viejo pedido que acumulan los planteles de este tipo de enseñanza, con frecuencia solo centrados en el mundo clásico. Y las ganancias crecen.

HIJO ADOPTIVO
Conocimos al laúd gracias a la cultura árabe. La España ocupada por los moros lo recibió para luego enamorar a América con su toque. A la Mayor de las Antillas la sedujo sin límites, se adaptó asombrosamente a los ritmos locales, considerándolo hoy el padre del complejo del punto cubano.
Quién sabe si Rainer Pargas es el próximo Barbarito Torres (Matanzas, 1956), uno de los pilares del Buena Vista Social Club. Quizás en sus pequeñas manos esté cifrado ese futuro. Puede ser o no. Lo que importa es que él a sus 11 años anda muy feliz. Todo se debe a los estudios del instrumento en la EVA.
Ahora, mientras entona versos octosílabos, algo que le hemos visto realizar desde hace más de un lustro con la asesoría de la Casa Iberoamericana de la Décima, se acompaña a sí mismo.
"No me arrepiento de haber entrado aquí, amo el laúd, cuando canto siento más seguridad tocándolo, me puedo desarrollar en ambas cosas. Sueño con ser un gran laudista", expresa convencido el adolescente.
Para que Rainer y los otros 10 estudiantes de la disciplina amplíen sus habilidades, maestros como Yandy Álvarez Castillo, profesor de la vertiente popular, ponen todo de sí.
"La cátedra abrió porque era imposible que no existiera en la provincia donde se celebra la Jornada Cucalambeana. Muchos de los niños (entran en quinto grado) están vinculados con talleres de repentismo y los veo muy animados.
"Reciben una formación completa porque a mi campo, en el que profundizamos en temas como el son y el acompañamiento a los poetas, se une lo clásico".
Yandy integra el Conjunto Original Cucalambé, y reconoce cómo sus pupilos pueden aportar al panorama cultural de la localidad porque tiene muy pocos colegas instrumentistas profesionales. Y resulta una situación que se repite en buena parte del país.
"Aunque ya ese horizonte debería bastar para valorarlo más de lo que lo hacemos, pues hablamos de nuestras raíces, tampoco podemos encasillar al laúd en el género campesino, su espectro es más amplio como todos los instrumentos. Estamos haciendo énfasis en que los alumnos entiendan y asuman eso", concluye el joven profe.
DE TUS ENTRAÑAS
Hasta tanto se demuestre lo contrario, afirmamos que el tres nació en las zonas rurales del oriente de la Isla. Le brotó, seguramente, al ingenio de algún guajiro inspirado en la guitarra para hacerlo el alma del son. Su función musical en los conjuntos de esta corriente no se limita al punteo melódico, sino que desempeña un importante papel en el plano armónico y rítmico. No por gusto ya fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
Su aprendizaje en la academia tunera ha estado por un buen tiempo, pero nada más en el nivel medio, que junto al superior fue lo existente en el país desde los años 80, hasta que en el 2009 el elemental viniera a enriquecer ese espectro. La carrera ha lidiado con el hecho de ser a veces una opción escogida por quien no dio o quiso seguir en alguna disciplina.
Eso último le sucedió a Beatriz Rodríguez Cook y el tres le devolvió las ilusiones. Ella es una de las bisoñas profesoras de la especialidad y ve con alegría a los 10 alumnos de los cursos iniciales, quienes no llegaron como "trampolín", sino decididos, en su mayoría, a consagrarse a tal ruta de vida.
"Esta enseñanza ha crecido, antes solo dábamos las composiciones clásicas, no recibíamos lo popular. Ahora impartimos materias de ambos universos, lo que contribuye a la preparación integral. Estoy muy satisfecha que sea de esa manera, porque si abogamos por preservar tradiciones, no podemos ir en contra de la esencia de este pueblo. Claro, sin olvidar las muchas posibilidades que tiene el tres en la música de concierto".
Emilio Alejandro Hernández Rojas vive en Jobabo. Con 12 años entiende lo comentado por Beatriz. Más que entenderlo, lo siente. "Estoy en séptimo grado y hasta ahora me ha ido bien, no he bajado de 98 puntos en el instrumento y estudio para seguir así. ¿Qué le hallo al tres? Muy fácil, que el son es lo mío", lanza a boca de jarro el mozuelo, aunque quien lo ve puede imaginarlo más como rockero, con su pelo largo, que siendo epígono de Arsenio Rodríguez y Pancho Amat.
EN FIN, NUESTROS
Aun cuando les complace arrullarlas, tanto el laúd como el tres trascendieron hace mucho las fronteras campesinas, para perfectamente vestir de frac con una orquesta sinfónica, o usar los colores del jazz y la bossa nova.
No verlos en amplitud quizás sea la razón por la que varios de los compañeros de Emilio quieren cambiarse de disciplina. Con ello dejan en claro cierta discriminación que enfrentan ambas líneas ante émulas tan universales como el violín y la guitarra. Sin embargo, debería ser todo lo contrario, porque nos referimos a los instrumentos que dieron aliento a cuerpos raigales de nuestra cultura.
La carga de improvisación a su alcance, permitiéndole al músico desplegar virtuosismo, imaginación y creatividad, más la complejidad que supone para el acople colectivo tener cuerdas metálicas, les suman atractivos a los dos.
Uno y otro han bebido durante décadas del empirismo y preguntarse para qué la escuela no es raro. Su permanencia, particularmente del nivel elemental, teje la oportunidad del auge y la capacitación desde edades tempranas; con ello aumentan las probabilidades de encontrar talentos que impacten dentro y fuera de la nación, y de hallar seres comprometidos en su defensa.
Intercambios con planteles homólogos, presentaciones en vivo de los estudiantes y garantizar las partituras para las clases del tres popular, hoy en falta, laten entre las acciones que la EVA, siempre tan emprendedora, puede realizar para ponerle más brillo a la mirada que en buena hora fija en dos amores de Cuba. Si de lo nuestro se trata, nunca será suficiente.





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