miércoles, 14 de enero de 2015

Para grabar en la memoria

En solo cuatro días la Orquesta de Cámara logró grabar
el complejo repertorio.
La escuela vocacional de arte El Cucalambé (EVA) no deja de asombrar a su tiempo, que por suerte, es el nuestro también. Aún se comenta el más reciente obsequio de sus alumnos: la grabación en diciembre pasado de dos producciones discográficas en los estudios Abdala, destinados a enriquecer el fondo metodológico de la Enseñanza Artística cubana.
Varios centros escolares han tenido esta oportunidad, pero pocos han podido incluir a dos agrupaciones, lo que habla muy bien del talento que crece aquí. El grupo de música popular La Nueva Combinación y la Orquesta de Cámara Juvenil, fundados en el 2012, tienen una aventura hermosa por contar.
Quién le hubiera dicho a René (Labrada Padrón, primer año de nivel medio,  trompeta) que aquel improvisado elenco campesino, nacido para una actividad de homenaje a los profesores, crecería tanto y hoy en la EVA pondría a bailar a todos. Quién le iba a decir, que tan joven su nombre se leería entre los hacedores de un fonograma.
“Fue una experiencia linda, los estudios Abdala son increíbles y nos sentimos orgullosos de que otros alumnos aprendan con nuestro disco”, comenta, y una anécdota se le desborda por los ojos antes, mucho antes, que por su boca.

Susana, Racial, René y Dailín andan, como los 
restantes nueve miembros de La Nueva Combinación,
 “muertos” de orgullo por vivir tan emotiva experiencia.
“Varios del grupo estábamos locos por conocer al músico Alexánder Abréu, y casualmente también grababa allí en esos días. Hablamos con su productor y vino especialmente a vernos. Para qué decirte, me emocioné mucho”.
Raciel (Blanco Ávila, primer año de nivel medio, trombón) describe la experiencia del CD desde la elocuencia: “Sentimos todo lo bueno que un ser humano puede sentir”. Confirma que pertenecer a La nueva combinación le ha dejado claro que lo suyo es lo popular. Justamente, el acercamiento a ese espectro sonoro que, contra muchas lógicas, no se estudia en la academia, resulta uno de los saldos mejor recibidos por él y sus compañeros.
“Debemos defender lo cubano”, apunta. Mientras, Susana (Vidal Eliot, segundo año de nivel medio, violín) comenta que interpretaron 12 canciones muy tradicionales, en su mayoría antológicas como El cuarto de Tula, Almendra, La Guantanamera, y Cómo fue. “Primero se grabaron las bases: bajo, piano y percusión, luego los violines y por último los metales. Me gustó como se escuchó La caldosa (de Don Kike)”.
Dicho así, parece todo miel sobre hojuelas, pero no nos ilusionemos. “Hacía mucho frío -recuerda Raciel-, las trompetas y los trombones se ponían congelados, era engorroso tocarlos.” “Por eso -agrega René- para mí la composición más difícil fue Mira cómo estás, ahí los metales trabajan fuerte. La sonidista de Abdala  nunca había grabado estos instrumentos de pie, y con nosotros tuvo que hacerlo, porque no nos sentíamos cómodos sentados”. 
Dailín (Solís González, segundo año de nivel medio, violín), cantante de la agrupación, le impresionó el proceso para registrar la voz. ¿Te gustó tu canto?, pregunto, y sonrojada responde: “Más o menos, soy muy autocrítica”.
Tanto ella como Susana también pertenecen a la Orquesta de Cámara. Un repertorio de concierto muy complejo, con cuatro obras, les robó el sueño. Pero lo más impactante, según ambas, fue realizar la grabación con los 18 integrantes a la vez, “significaba que al más mínimo ruido teníamos que volver a empezar, cada composición debía hacerse de arriba abajo”, puntualiza Dailín.
“Y nos pasó de todo, -agrega Susana- hay quien tuvo toz, se rompió una cuerda, los violines se desafinaron, y mucho frío. Pero al final quedó bien, gracias a la gran exigencia de nuestro director Giudel Gómez. Cuando nos escuchamos, no podíamos creer que éramos nosotros, sonaba maravilloso”.
Daili siente que creció
como instrumentista.
Las bajas temperaturas adicionaron complejidad a la de por sí agotadora pieza Sinfonía Simple de Benjamín Britten. “Incluye el pizzicato (consiste en pellizcar las cuerdas con la yema de los dedos), no estamos acostumbrados a hacerlo tantas veces y teníamos las manos entumecidas”, dice Daili (Caballero Domínguez, segundo año de nivel medio, viola) quien entre otros comentarios concluye: “Después del disco siento que puedo tocar mejor”. 
El miedo ante esa composición no solo anidaba en los noveles pupilos. “Le teníamos temor porque lleva muchos detalles, y sin embargo, el movimiento uno salió desde la primera vez.
“Para la Orquesta fue bueno la grabación, pero sobre todo para los niños y las niñas, porque individualmente comprendieron la importancia de la exigencia a la hora de tocar el instrumento. Enfrentamos sesiones rigurosas, y resultó  impresionante la calidad de la interpretación de ellos”, comparte con evidente emoción Clarissa Pérez Hernández, jefa del Departamento de Cuerdas Frotadas.

En la vida de los dos elencos, los estudios Abdala marcaron un crecimiento. La disciplina y actitud profesional, a pesar de la corta edad, iluminaron a los estudiantes. Ellos, recorriendo el último tramo de la adolescencia, lograron lo que muchos creadores vetustos no han conseguido aún. Sin embargo, lo más importante, al tiempo que alimentaron su técnica, encontraron tempranamente, motivos para estremecerse como artistas.  

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