Iniciemos
preguntando: ¿Le parece importante que Las Tunas tenga una orquesta sinfónica? En
caso que usted sepa poco del asunto, explico: si gusta de la pelota o el fútbol, que haya aquí una
agrupación de este tipo equivale a la existencia de un buen equipo de
cualquiera de esas disciplinas.
Es
lo máximo, la pura gloria en materia de formaciones musicales de la línea de
concierto. Ahora mismo Las Tunas y Cienfuegos son las únicas provincias del
país autorizadas a crear un elenco de tales características. Nos llevaron hasta
ahí las potencialidades cultivadas en la escuela profesional de arte El Cucalambé (EPA).
Hace
falta el permiso porque hablamos de un quehacer subvencionado, el Estado protege
el salario de los instrumentistas, en aras de alentar el desarrollo del género,
signado por su alejamiento de lo comercial.
¿Pero
qué hace esta periodista hablando de fundar una orquesta sinfónica cuando
tantas carencias y problemas merodean a Cultura en el territorio? Interrogante
lógica, no me molesto, lector, si en su cabeza revolotea. Sin embargo, la
dirección del sector deberá buscar solución para todos los dilemas que lastra,
y para este también, pues qué sentido tiene formar (por demás bien costoso) a
músicos y luego no darles voz lo suficiente o favorecer con la inactividad la emigración.
Para
armar el conjunto, cuya nómina supera los 40 miembros, el talento está
escuchando la conversación. La base se
encuentra en la actual Orquesta de Cámara, que a pesar de su juventud, figuras
como Frank Fernández y Guido López Gavilán la elogiaron y hasta procuraron una
colaboración, pero problemas logísticos locales impidieron ese nexo.
Los
demás integrantes se graduaron el curso pasado o lo harán este. La idea era que
saliendo de las aulas la
Sinfónica los recibiera, pues la de Cámara solo acepta 20
puestos.
Uno
de los capítulos más complejos de esta historia es la compra de los
instrumentos que faltan. Suenan costosos en esa lista el juego de timbales y los
cuatro contrabajos.
El
otro epígrafe complicado resulta dónde ensayar y presentarse. Cuando se han
hecho actuaciones casuales, con profesores y alumnos de la EPA , los pasillos y las aulas
de ese plantel han sido casi siempre la solución socorrida para lo primero, así
como el Memorial Vicente García para lo segundo.
Sin
embargo, ninguna de las dos opciones son las idóneas, sobre todo por la casa natal del patriota tunero que al ser Monumento Nacional tiene requerimientos
especiales en caso de pensar en mejorarle sus condiciones acústicas.
Una
pequeña encuesta sobre posibles sitios para el elenco, nos llevó hasta el
cine-teatro Luanda, institución subutilizada que pudiera acondicionarse, para
además de otros espectáculos, acoger la Sinfónica y las restantes agrupaciones de lo clásico.
El proyecto de una monumental sala de concierto quedó trunco hace años y el
espacio que la Casa de la Música
tiene reservado para esta variante sonora solo acepta pequeño formato.
De
manera general, la atención a los profesionales subvencionados debe revisarse,
viven la dualidad de ser asesorados metodológicamente por la Empresa de la Música y la parte
administrativa corre por Cultura Municipal.
Ese
doble juego no siempre ha sido un buen matrimonio para los efectos de los
artistas. Escuchar sus insatisfacciones no vendría mal, al igual que estudiar
fórmulas empleadas por otros territorios para tal seguimiento.
Por
sentido musical, por la belleza y grandilocuencia de su toque, por el orgullo
de su existencia, cualquiera de esas pueden ser razones para apoyar el
nacimiento de
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