Luego
de decirles adiós al bullicio y las carpas, la 25 Feria Internacional del Libro
palpita ahora en los hogares de muchos tuneros, en la mesita de noche, el
librero, la caja de los juguetes… Allí está y respira mientras la lectura la corteje.
El
2016 le ha negado vientos a favor desde su mismo capítulo inicial en la Fortaleza de San Carlos
de la Cabaña,
cuando fue evidente la escasez de textos ante retrasos en la impresión. De ese
mal paso se va recuperando poco a poco y las celebraciones provinciales acogen cuadernos recién salidos de los talleres.
Las
Tunas, después de disfrutar el año anterior del placer de la elección, recordó con
esta convocatoria tiempos que creyó eran del pasado, luego de aprobarse la
posibilidad de que cada territorio hiciera su pedido directamente a otras
editoriales y a la distribuidora del sector. Pero nada pudo impedir que solo algo más de 300 novedades armaran aquí las opciones de búsqueda de los
lectores.
La
cuestión se agravó al comprobarse que la cantidad de ejemplares tampoco
acompañaba al convite, ni la proliferación de precios bajos. Sin embargo, sí hubo propuestas interesantes y valiosas para todos los
públicos, y no hablo de libros de cocina; y los niños tuvieron para
escoger desde publicaciones baratas hasta las hermosas, pero sin dudas caras obras
del sello español Selvi.
Precisamente,
la asistencia de las casas editoras invitadas consolidó una de las notas positivas
del festejo, junto al homenaje a un autor local; el aporte de instituciones
como la Casa de la Décima, la Fundación Nicolás
Guillén, el Centro Provincial del Cine y la Asociación Hermanos
Saíz (AHS); la diversidad de temas de los paneles y las peñas, más las actividades
infantiles y el aumento de los puntos de venta.
Agregó color la noticia conocida durante jolgorio de los premios de dos
escritores tuneros: Frank Castell en España ganó el Certamen de Poesía Social
Julia Guerra y el joven Marcel Baldemira Celorrio subió a lo más alto delCelestino de cuentos en Holguín.
CUENTAS CLARAS
Los
números de esta edición apuntan a un descalabro económico si los comparamos con
el calendario anterior. El plan de venta solo se cumplió al 50 por ciento, con
un monto de 134 mil 200 pesos. Ello se obtuvo luego de que mil 146 títulos y 21
mil 958 ejemplares partieran en manos de las 13 mil 90 personas que visitaron
el recinto ferial. Guarismos todos que, a excepción de uno (los ejemplares) no
son ni la mitad de lo conseguido en el 2015.
Con
un arsenal algo carente era lógico esperar registros desalentadores, pero
colaboraron sobremanera los baches en la organización, que llevaron a poner a Tesoro
de Papel en medio del Sol, y que la Plaza
Cultural por momentos no transmitiera ambiente de fiesta.
De
igual manera faltó la visión estratégica y el apoyo, para que luego de
concebir un programa literario tan nutrido y atractivo, varias
de sus actividades resultaran de impacto o se erigieran sucesos de públicos,
como debió ser en el primer caso el homenaje a los 25 años de la editorial Sanlope, mustio hasta el tuétano; y en
el segundo apartado, la presentación de la novela Las manzanas del paraíso de Guillermo Vidal, que pareció un
acontecimiento casi anónimo.
California duerme, obra póstuma del creador de Matarile, debió brillar también
en los anaqueles, pero no estuvo y nadie entiende por qué. Solo sabemos que se sumó
a los inadmisibles del evento, en cuya nómina laten además la inasistencia
de la mayoría de los invitados foráneos, y la no terminación por dificultades
materiales de los textos manufacturados de ediciones Encaminarte, de la AHS
en la provincia.
Nada
de eso iguala la decisión más costosa, y el adjetivo es exacto: cerrar la
venta cada jornada en la tarde, cuando inicialmente se habló de extenderla hasta
las 9:00 pm. Los trabajadores disfrutaron muy poco de la cita, como hizo saber
un lector de 26 digital, y todo
porque se pensó que los estantes podrían vaciarse en demasía antes del domingo
y no hubo logística para la electricidad en las carpas, según la Dirección del Centro
Provincial del Libro explicara.
Sin
embargo, en nuestro contraste de fuentes encontramos opiniones divergentes
a esa. Las propias libreras mostraron disgusto por la medida y el poco espacio
en las mesas para exhibir lo que en los sacos esperaba por salir al exterior.
Ellas aseguran que se dejó de vender mucho, y razón deben tener cuando el
17 de abril todavía estaban “muertos de risa” ante los ojos de todos títulos que “vuelan”
cada año como El Principito, La Edad de Oro y los diccionarios.
Con
el horario no es bueno experimentar porque existen clientes para cada instante del día. Asimismo, sería inteligente pensar mejor la fecha, pues coincidir con
la semana de receso, paradójicamente, no trajo saldos beneficiosos. Se extrañó la
visita en masa de las escuelas.
“Tuvimos
una Feria sin sandunga”, diría mi vecina. Y me voy a quedar con su frase, pues
dibuja a la perfección el estado de ánimo de la 25 edición, que incluso
antes de comenzar ya cierta aura de negatividad le acompañaba.
A finales
de abril e inicio de mayo hasta cada municipio tunero llegarán cuadernos de
esta convocatoria. Buena oportunidad para que la cita demuestre, grite, por qué no
la podemos dejar morir, por qué merece los desvelos más altos, los sueños más
bellos. Su sabor popular lo exige.
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