Una biblioteca no es solo sus
preciados anaqueles y los usuarios dentro del recinto, que con ayuda buscan
respuesta a infinitas interrogantes. Una biblioteca debe traspasar sus paredes
y hacerse sentir más allá.
Eso realiza la provincial José Martí. Por su influjo, en diversas instituciones, principalmente aquellas de
fuerte sentido social, hoy habitan pequeñas colecciones de textos que vuelven la
estancia más agradable y fructífera. Tal reserva se renueva con frecuencia.
De lo bueno que trae la iniciativa
sabe Yusimí Leyva Santiesteban, jefa
del Departamento de Enfermería en el Centro Renal del territorio. Allí, unos 15
ejemplares de asuntos diversos acompañan las vivencias de los ingresados, a
quienes en la institución se les atiende para mantener estable sus parámetros con
vistas al trasplante de riñón.
“Gustan las novelas, las
aventuras, los de cocina y las historietas de Elpidio Valdés. Junto a la
televisión es el entretenimiento que ofrecemos a los pacientes. Resulta un
servicio importante y bien usado aquí, no solo por ellos, también por las enfermeras, a muchas de
nosotras nos encanta leer”.
Cuenta Yusimí que los libros han sido
hasta ofrendas de paz, porque ya sabemos lo que sucede cuando hay varias personas
y un solo televisor, casi nunca existe consenso de qué ver y el duende de papel
ha zanjado el desencuentro.
“Es muy bueno cuando las seño (de
la Biblioteca)
vienen a dar actividades, a todos nos motiva”, comenta y muestra el armario
médico donde guarda el tesoro literario del Centro y lleva su control.
Las bondades de esta experiencia
también han estado ante los ojos de la casa de abuelos 28 de Septiembre. Yosleydi
García Rondón, la trabajadora social, lo
confirma. “La lectura los aleja del alzhéimer y por suerte a muchos les agrada.
Cuando cambian las obras, ellos enseguida preguntan qué llegó. Algunos no ven
bien, y entonces los que sí lo hacen explican el contenido, lo vivimos con el volumen que salió sobre el quehacer de Raúl Castro. Además de los de historia,
persiguen los policíacos”.
Manuel Téllez Rojas es una de las
“polillas” de la Casa,
donde va hace un año y dos meses, y dice pasar el día muy a gusto. Él bien pudiera
ser el protagonista de alguna novela, con su porte elegante y la historia de
piloto e ingeniero de aviación que le marca.
“Nos intercambiamos los textos,
conversamos sobre ellos. Me apasiona leer desde joven, a veces me concentro
tanto que cada cosa a mi alrededor desaparece, y hasta pueden decir mi nombre y
yo no escucharlo”.
El CORNITO, MÁS QUE CAÑAS BRAVAS
Las casas biblioteca constituyen el
otro capítulo de esta historia, un abrazo que la “José Martí” arrulla y se
preocupa por mantener vital, desde el asesoramiento, la visita a actividades y
la donación y el préstamo de volúmenes.
Actualmente solo en el municipio
cabecera hay 35. Nolberto Pérez Bode, promotor cultural, es su responsable en
esta localidad. Desde el 2000 él tiene una en su hogar, bajo el nombre del Héroe
Nacional; 12 meses antes que los pobladores de San Antonio de El Cornito (Cincunscripción
121), lo eligieran como delegado y ya no lo bajaran de ese estrado nunca más.
Nolberto resulta la memoria viva
de cuánto este proyecto le facilita la existencia a la comunidad. “Hoy tengo 558
títulos, y si hablara de uso podría mencionar, por ejemplo, que ahora mismo están
prestados 110. Vienen niños, adolescentes y jóvenes a buscar información para
hacer las tareas de la escuela, y personas de cualquier edad tras algo para superarse,
distraerse; a muchos les gusta escribir, hacer poesía. También debatimos algunas
obras y la Biblioteca Provincial
ha estado muy cerca de nosotros”.
En su colección hay gran variedad
de temas, casi todo ha salido de su gestión, con la ayuda de los vecinos. Unos
banquitos reciben a los usuarios en la terraza, que ya ha dejado de ser
particular, para convertirse en patrimonio colectivo. Junto a las miles de
páginas, aparecen fotos de mártires, símbolos nacionales, además de la memoria
escrita y gráfica del barrio.
“Sin la casa biblioteca no sé qué
se haría mi nieta. A cualquier hora va y Nolberto la atiende. Cursa el séptimo
grado y realmente es algo muy bueno que los niños no necesiten coger una guagua
para cumplir en el aula”, comenta Raudelina Peña Leyva. Al igual que ella, Ibi Velázquez Zayas defiende
esta alternativa.
“Lo que vaya a buscar, usted lo
encuentra. Por mi nieto la visitamos bastante y a mí me gustó Fidel y la religión, fue allí donde lo
pedí. Cuando llega la Feria
del Libro, Nolberto lo recuerda en el vecindario y él siempre va y compra para empleo
de la comunidad, a los niños a cada rato les regala alguno”.
Hasta por teléfono, Pérez Bode
recibe solicitudes y su faena ha prendido tanto que ya en la Circunscripción exhiben
otra sede hace un año, ubicada en la zona de La Aldea y llamada como el
poeta tunero Alberto E. Rodríguez.
“En tan corto tiempo siento que
ha calado en la gente, está tomando auge. Es útil sobre todo para los estudiantes,
no tienen que caminar tanto; y otras personas van y se ponen ahí, a leer. Poseo
130 títulos, la mayoría los compré, pero un porciento los mismos vecinos lo han
entregado”, relata Jorge Luis Utra Hernández, a cargo del nuevo fruto y obrero
de la Empresa Eléctrica.
Así, tomada de la mano con seres
generosos, la biblioteca provincial José Martí empina su sueño del amor por la
lectura, un idilio al que no quiere renunciar.
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