“Alánimo,
alánimo, la fuente se rompió…” Esos cantos fueron su más perfecto arrullo de
niña. Las rondas infantiles por un lado y el abuelo por el otro, conminándola a
escuchar juntos, como dos tórtolos, el programa Nocturno de Radio Progreso, fueron delineando la
constelación sonora de su vida, la misma que enriquecida con tantísimas
experiencias le permitirían ser hoy voz prestigiosa en Las Tunas, si se habla
de música coral.
A
dicha altura llegó porque un día de esos que parecen normales y terminan siendo
lo contrario, mientras estudiaba piano en la Escuela de Arte de la localidad a inicios de los
80, su profesora soviétiva le propuso hacer el pase de nivel en el instrumento
que cursaba y en dirección coral. Salió
airosa en ambos, pero para su
sorpresa, con mejor nota en el último.
Hasta
La Habana se
fue a aprender. No eran tiempos fáciles, inicio del Período Especial. Vivió
lejos de casa envuelta en una nostalgia que apretó en el pecho con la ayuda de mamá.
Hizo la carrera disfrutando todo el conocimiento, la sensación de escuchar y
sentir las voces, pero sin pensar en qué haría al final.
El
ejercicio de graduación le abrió los ojos al comprender lo duro y serio de
formar un coro. En septiembre del 92 regresó a Las Tunas e inmediatamente otro
maestro de la música y la existencia, Cristino Márquez, le dio la tarea de
armar uno. Lo hizo, y empezó a andar. 12 meses después de iniciada la aventura,
nació Euterpe, el 28 de septiembre de 1993. ¿Cuánto duraría?, quién sabe, Aleivis
Araúz Batista se dejaría sorprender por la vida.
Dirigir no
estaba en sus planes…
No.
Esa fue una semillita que poco a poco creció en mí. Hoy sí puedo decir que me
gusta dirigir coros, formar técnicamente las voces a través del canto en grupo,
oír la armonía, buscar el significado de la letra, el compositor. Tanto es así que
a veces exijo mucho.
¿Regresar a casa fue bueno para su
formación?
Estar
aquí me permitió crear a Euterpe, leer mucho y conocer la música popular que
hasta ese momento la apartaba. Recibí extraordinaria ayuda de Cristino y Félix Ramos, ellos me enseñaron a organizar el trabajo. Al inicio, como no tenía,
estuve dos años sin tocar piano y eso hizo que desarrollara mi oído interno,
armónico. Con un diapasón me aprendía todas las voces del coro, y las practicaba
miles de veces, así me formé un gran mundo sonoro.
Confieso
que no estuve consciente de que estaba trabajando en pos del desarrollo
cultural hasta después de la primera década. Yo hacía música y me sentía bien realizándola,
guiando a un grupo de personas que eran y son mis amigos, no veía más, solo
tenía 20 años.
Al
cumplirse los dos primeros lustros una campana resonó en mi cabeza: estás
haciendo algo en tu vida, cambiando un lugar, ayudando a personas.
Luego de 22 años… ¿cuánta flor, cuánta
espina?
Tengo
la alegría de que el coro ha crecido profesional y técnicamente, ahora posee mejor
sonido, en el sentido que yo he descubierto cosas, he aprendido a trabajar
mucho más profundo la voz, a ver con los ojos cerrados la partitura y buscar
desde dentro con la ayuda de los cantores.
Insatisfacciones,
no pocas, de logística en su mayoría, como la escasez de un local propio. La Plaza de la Revolución nos ha
abierto las puertas de manera espléndida, pero dependemos de sus compromisos.
Por
otro lado es muy inestable la programación nuestra, y hay instituciones y
programadores que desconocen las condiciones necesarias para un coro
profesional, eso ha llevado al detrimento del desarrollo. También como persona
debo fortalecerme y ser más recta en cuanto a la disciplina administrativa,
pues me cuesta corregir a los cantores ante alguna indisciplina.
A
pesar de todo conservo un amor, y uno natural y verdadero, por la música coral.
Sin eso nada pudiéramos hacer porque el salario es muy bajo. Euterpe ha sido
una escuela, por donde han pasado más de 100 personas, y sé que siempre ha
servido de algo.
¿Por qué ha resultado tan difícil extender
por la provincia la música coral?
Precisamente
estoy en una maestría de Desarrollo Cultural Comunitario y considero que he
llegado al meollo del asunto. El tema de mi tesis es un sistema de acciones
para fomentar los coros de aficionados en la provincia.
Sucede
que el sector de la Cultura
debe funcionar como sistema y no lo hace, varias instituciones están realizando
un poquito por su lado, sin integrarse, cada cual con su programa de
desarrollo. Nadie piensa en la parcela gigante que es la música cubana.
Cómo
vas a celebrar un festival provincial de coros si careces en los municipios de una
actividad caracterizadora de la música coral y no formas público. Todas las
escuelas y los centros de trabajo deberían tener uno, porque hay personal
preparado para eso, aunque alerto, en las encuestas de la investigación sale
que no todos los instructores de arte se sienten capaces de asumirlos.
¿Qué se aprende en un coro?
El
coro es un grupo de personas con un mismo sentir, forma parte del ser humano porque
constituye el único instrumento que lleva en sí. Te ayuda a confraternizar, perdonar,
a ver otras aristas, a promover tus creencias.
Si
no partes de un hombre espiritual, qué estás creando sobre la materia. A veces
ni los padres lo entienden. En las cantorías lo hemos visto, un proyecto al que
Educación debe apoyar más. Hace algún tiempo, ante la insensibilidad de un papá,
le contesté: “Mientras su niña cante, va a ser mejor ser humano”. En eso confío.
Se escucha como alguien profundamente
religiosa…
Lo
soy, seguidora de las enseñanzas de Cristo y la Biblia,
y no es de cuna. A los 15 años de Euterpe yo había logrado mucho a nivel
profesional y personal y el coro sonaba de maravilla. De pronto el grupo se rompe,
de las ocho mujeres, siete se van para formar otra agrupación.
Qué
hago con la materia, con los cantores cuando ya no quieren estar, ¿morir? Eso
me ayudó a levantarme, no podía tirar por la borda el trabajo musical de una
década. Empecé a buscar nuevas cantantes, me volví más disciplinada, exigente.
Entendí que si no eres un ser espiritual que entregas amor cómo vas a perdonar,
a tolerar tantas vicisitudes. Creía ciegamente
que si te daba una cosa, tú debías entregar algo a cambio. Dar sin interés, eso
aprendí. Lo logré teniendo amor en el corazón, y Cristo fue mi manera de
tenerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario