domingo, 20 de noviembre de 2016

El mago Píter en la memoria del Festival Ánfora

Otro momento de homenaje a su fundador, José Reynerio Valdivia Valdivia, el mago Píter, vivió este sábado el XXI Festival de Magia Ánfora, cuando todos los participantes peregrinaron hasta su tumba.
Fue un momento solemne, pero también para recordar de manera íntima y hasta informal al maestro que tuvieron cerca, fallecido en enero último, víctima de cáncer.
"El primer espectáculo que montamos los egresados de la escuela de magia organizada por él, lo inauguramos en la casa de cultura Tomasa Varona, y se presentó allí durante nueve noches, siempre abarrotado de público y bajo agua.
"Luego nos fuimos de gira por todas las provincias, estábamos casi al salir de viaje cuando llegó un muchacho experimentado en la magia con un castillo de cartas. Ese número yo no lo dominaba y como la rutina que llevaba era con naipes, Píter al verlo se le metió en la cabeza que yo debía aprenderlo.
"Y yo 'mire que nunca lo he hecho΄ y él 'hazlo, prueba, ensáyalo un momentito΄. Insistió tanto que hasta que lo logré no estuvo tranquilo", narra a La Rendija Fernando Rodríguez, integrante del dúo Los Dóbel, el único ilusionista fundador de la escuela y de la compañía Huracán Mágico, también formada por Píter, que vive actualmente en Las Tunas.

Afirma que nunca ha dejado de agradecerle aquella persistencia suya, le demostró en tan pequeño gesto la audacia necesaria en todo artista, y por supuesto, el respeto al auditorio, que merece la mejor entrega.
A finales de los 80 nació aquí ese plantel, sus alumnos venían de oficios dispares y muy alejados del mundo cultural. Por ejemplo, Luis Véliz Cutiño, que hoy exhibe una carrera consolidada como parte del dúo Los Velsas en la compañía Teatro Cubano de la Magia (Camagüey), era chofer.
"Le agradezco mucho su consagración. De noche íbamos a la casa de cultura a dar clases y practicar. En cierta ocasión preparándonos para actuar, realizamos un ensayo precioso, creíamos que había quedado muy bien; y él se levanto con tremenda calma y dijo: 'Voy a tomar café, preparen todo de nuevo que el ensayo comienza ahora΄. Nos estremeció, pero lo acatamos y nadie pensó que al otro día había que ir para el trabajo.
"Nos enseñó la gran dosis de sacrificio que lleva la magia, el arte. Yo les cuento a las nuevas generaciones esta y otras anécdotas para que sepan cuánto empeño se necesita si escogen este camino".
Por toda la Isla andan los discípulos de Píter, algunos hasta lograron fundar otra compañía. Es el caso de Chaiquen Espinosa y su agrupación Impacto Mágico (Matanzas), que este año cumplió su primera década de vida.
"Nunca se me va a olvidar la vez del espectáculo en el teatro principal de Holguín, varios magos salíamos en el opening con una pose. Yo era el más joven de Huracán Mágico y me comportaba como tal, por eso me atreví a desobedecer algo en lo que él insistía y era recto, el vestuario elegante de completo negro. Quise ponerme un pantalón blanco.
"Ya había dado la señal de abrir el telón cuando me vio y mandó con urgencia que cerraran esas cortinas. Salimos de escena y en el camerino recibí tremendo regaño.
"Siempre voy a dar gracias por la disciplina que impuso; para mí, un joven bastante inquieto, resultó vital".
Cuenta el mago Chaiquen que desde la absoluta admiración veía a su mentor erigirse sobre el escenario, el rey de los aros de plata, pero también el de las barajas. "Por lo mucho que sabía sobre el trabajo con las cartas le pusimos el baúl de los recuerdos, 'busque, busque ahí maestro y saque algo bueno΄, le conminábamos.
"Para mí un momento supremo a su lado, que lo recuerdo y me emociono, fue cuando vine con el espectáculo Alegría, que el público lo recibió muy bien, al final todo el mundo en el teatro se paró, y él también, pero hizo más. Subió hasta el escenario y me dio un abrazo y comentó: 'Viste, esa presión que yo tenía sobre ti, no fue en vano΄, y como acostumbraba, la razón le asistía".

Huellas de un maestro, que supo serlo a plenitud de la palabra. Este domingo cuando el Festival entregue sus premios no será raro escuchar entre sus gracias el nombre de José Reynerio Valdivia Valdivia, un hombre que supo ser semilla y fruto.

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