jueves, 4 de agosto de 2016

La voz guajira sueña desde Las Tunas



Casi nadie sabe que apenas pudieron ensayar, y aquel era un escenario intimidante. Ellos tuvieron que violentar todos los pasos y saltar directo a la valentía, la seguridad, la limpieza interpretativa y el acoplamiento.
Ambos lo hicieron y están en la final del concurso Buscando la Voz Guajira, organizado por la ANAP y el Consejo Nacional de Casas de Cultura para celebrar los 55 años de la organización campesina. Participan jóvenes (de 15 a 30 años) en géneros como el son, la guaracha y la criolla. 
El programa Palmas y Cañas acoge la lid. En la emisión del 10 de julio se presentaron los dos tuneros seleccionados, y volverán en octubre, cuando suceda la jornada de despedida. Dalía Macallo García y Daniel Pérez Sánchez conquistaron el cetro con el fuego que sale de sus gargantas.
LA CANTANTE DEL BARRIO
La pequeña que revoloteaba por la carnicería de la tienda La Voluntad, en esta ciudad capital, donde aún trabaja su mamá, puso a una legión de vecinos a comerse las uñas frente al televisor para verla competir. Se hizo una joven bonita, amable y dispuesta para los estudios. Hoy tiene apenas 16 años, en septiembre empezará onceno grado.

Cuando estaba en la Primaria la promotora cultural le vio condiciones y convenció a la abuela, una de sus grandes aliadas, para que la llevara a la Casa Iberoamericana de la Décima. Nunca más se fue de allí, es miembro como tonadista de la compañía La Monedita del Alma, y en la actualidad también asiste a la casa de cultura Tomasa Varona.
Qué le halla a la música campesina, algunos se preguntan al saber su edad. Ella responde de manera sencilla: “Para mí es tan hermosa como las demás. Quisiera ser como Celina González o María Victoria”.
El día de la eliminatoria municipal de Buscando la Voz Guajira tenía un compromiso en la escuela, pero su instructora Zaily Batista insistió tanto que terminó solicitando permiso para ir a probarse en la justa. Estar entre las ganadoras la llevó a la cita provincial, y con igual resultado obtuvo el pasaporte para brillar ante las cámaras del estelar televisivo. Interpretó Oye mi le, lo, ley, que popularizó la Reina de la Campiña.
“Minutos antes de iniciar estaba muy nerviosa, me temblaban las manos.  Cuando terminé recibí decenas de sms y al volver mi abuela contó que su casa se inundó de gente para verme. En el barrio (Nuevo Sosa) todo el mundo me felicita”.  
Mi son es un misterio, de Ñico Saquito, es la composición que Dalía entonará en la final. Demoró en encontrarla, pero ya está en lo que sabe hacer muy bien: poniéndole su alma.
LA CONQUISTA DE DANIEL
De 22 años cumplidos, ostenta 15 de vida artística. Primero fue la danza, luego el canto. La primera lo encaminó a la escuela de instructores de arte, el segundo lo cambió de especialidad casi obligado por maestros y alumnos cuando escucharon a Daniel entonar un hit de Alejandro Fernández.
Temeroso por las reglas que impedían profesionalizarse como creadores a los de su futuro mundo laboral, marchó del plantel y se fue a cumplir ese, su tantas veces imaginado deseo.
Los dos calendarios del Servicio Militar le permitieron actuar en cuanto certamen y festival de las FAR hubo, y en muy pocos dejó de triunfar. Su repertorio creció en géneros, estilos y autores.
La Categoría Nacional del movimiento de artistas aficionados la obtuvo hace tres abriles. Es el comunicador de la casa de cultura de Bartle, los fines de semana integra el elenco del cabaré Taíno y en su localidad resulta nombre recurrente en la programación.   
Una amigdalitis casi el impide audicionarse en el concurso de base de Buscando…, pero los colegas de trabajo le insistieron sobremanera. El esfuerzo no terminó en desilusión. En Palmas y Cañas regaló al público Pedacito de mi vida, de Sergio Siaba.
“Como apenas ensayamos, cuando el grupo dio la entrada yo empecé, dijeron que me seguirían y así pasó. Fue un momento tenso y los mismos músicos elogiaron el valor que tuve”.
En octubre cantará la guaracha Compositor confundido de Faustino Oramas, cuyo ritmo le impone el desafío de trascender fronteras poco exploradas. “No es lo que mejor se me da, pero sabré cómo hacerla mía”. Y debemos creerle porque hasta ahora a Daniel nada lo ha detenido en su carrera hacia la profesionalización, que no ha llegado, pero ya lo hará.

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