sábado, 23 de abril de 2016

Performance, la fiesta que tiene nombre (+fotos)

El privilegio del instante, de un breve tiempo exprimido al máximo, todo para  inquietar al público, para hacerlo cavilar, para que haga una parada en su rutina diaria y se piense, se vea, se pregunte.
Por esos entresijos anda el performance, que a estas horas tiene en Las Tunas su casa, con el desarrollo de la IX jornada de intervenciones urbanas La Pupila Archivada, hija de las intenciones expresivas de la Asociación Hermanos Saíz aquí. Representantes de Pinar de Río, Mayabeque, Santiago de Cuba, Granma y Guantánamo, además de la localidad sede, dan vida al convite.
Cualquier respuesta ayuda a saber que el experimento cumple con su primera regla: llamar la atención. Sirve lo mismo una mirada curiosa, que una frase como: “Y ese loco qué hace con su cuerpo lleno de precios”. Algo así murmuró uno que se quedó petrificado cuando vio al joven guantanamero Manuel Pastor Céspedes Ramos, pasear por el bulevar de la ciudad “tatuado” con cifras de venta. Lo siguió hasta la entrada de la populosa tienda cercana para observarlo allí sentarse y comerse las páginas de una revisa cultural.
Si ese tunero continuó viaje pensando en los paralelismos y desproporciones entre el consumo cultural y comercial, y cómo este último nos absorbe, se habrá cumplido otra norma sagrada: conquistar la reflexión.

Manuel es artista plástico, egresado de la primera graduación de instructores de arte, y dice sentirse muy cómodo y comprometido con este tipo de acciones, fuera de las galerías.
“Me parecen súper interesantes, hay temas, inquietudes que como creadores no los podemos canalizar solamente con la pintura, la escultura y el grabado. La plástica es más pasiva y tradicional, además de compleja en su descodificación; sin embargo, en el performance el contenido llega de manera directa, precisa, se asimila mejor. El arte busca al público”.
Aunque en el Guaso no resulta algo común, y constituye uno de los pocos de su generación que la practica, sigue defendiendo esta estética y la usa a veces como antesala de sus exposiciones, para explorar otras zonas referentes al tema de las obras dentro de la sala. No le detiene su cariz efímero, “hay  mecanismos para que quede registrado, en video, fotos, pero sobre todo me interesa permanecer en la memoria de la gente”.
Sobre la existencia de La Pupila señala: “Eventos así son escasos en Cuba, considero interesante mantenerlo, es bueno para el pueblo, porque la sensaciones están a flor de piel”.
De manera parecida opina Félix Carballo Elizalde, director de Gran danza (Granma), que anda en busca de un nuevo lenguaje en el estilo contemporáneo, dándole más dramaturgia al baile, sin llegar al teatro, pero sí dejando muy claro lo que el bailarín expresa.
“Encuentros como este permiten que aquella población alejada de los escenarios pueda entablar un diálogo más claro con el arte, en nuestro caso con la danza. Las incursiones performáticas ayudan a que el público aprenda de la necesidad artística del hombre”.
Carballo Elizalde ve la corriente defendida por la jornada como un puente de preparación de los espectadores, la ocasión de alistarse para entender luego propuestas más complejas. Pero también, como una oportunidad ante los bailarines de acercarse a su auditorio, de mirarle a los ojos, de conocer qué ha recibido de lo evolucionado.
Su elenco vino al Balcón de Oriente con la pieza Vagabunda. Una muchacha desanda las esquinas, busca un espacio donde pueda estar espiritualmente tranquila y en paz, el banco amado; allí quiere leer su libro y expresar lo que siente sin atormentar a nadie.
La capacidad de interpretación resulta básica en un argumento tan respetuoso del yo interior. Precisamente, dicho elemento lo pondera la actriz tunera Liusmila Díaz Ríos, cuando  habla de este universo nada convencional.
“Para mí lo principal es el nivel de improvisación que tenemos que alcanzar, porque sales con una idea, pero la relación con el que te mira va condicionando la premisa inicial. Cómo reacciono ante los imprevistos que pueda haber, para eso hace falta superación actoral. Debemos nutrirnos de la respuesta de la gente, y reaccionar”.
Ella junto a sus compañeros de la agrupación Kaos Teatro, estrenará minutos antes de la despedida del evento, La fiesta no tiene nombre, creación interesada en indagar en la alegría, en la euforia ante cualquier triunfo de la vida, por pequeño o grande que sea. Lo interesante será ver a los que pasen por los alrededores sumarse a la honda expansiva.  
El “concierto” de las infinitas fronteras para asumir lo performático que ofrece la Pupila, lo enriquece Tecma, destacado grupo de teatro callejero de Pinar del Río. Hace siete años nació y con el paso de los calendarios abrió su espectro. Por eso está aquí con cuatro de sus 15 integrantes, para obsequiar Premonición y los sentimientos de alguien por el cuidado del medio ambiente, sus inquietudes sobre lo que pasará mañana, las posibles degeneraciones, tanto las sentimentales como las materiales.
“Siempre tratamos de llevar un mensaje a los espectadores, para ello las personas deben ir más allá de lo que están mirando, y decidirse a interpretarlo dentro de sí. Le encuentro a eso un gran valor porque se genera pensamiento”, comenta Luis Enrique Carmenate Lugo, uno de los actores de Tecma.
La Pupila Archivada nació en el 2007 de la necesidad de expresión, y ese grito no lo apaga, se deja ambientar de los senderos más diversos y añora crecer, impactar. Por eso en su programa, que concluirá este domingo 24 de abril, también hay una exposición de cinco aspirantes a ingresar a la AHS; recitales de música fusión, hip-hop, electrónica y de concierto; y espacios teóricos.  

Dedicada ahora a las tres décadas de la organización y el cumpleaños 90 de Fidel Castro, mantiene vital su sentido, y ojalá logre mayor convocatoria en venideras ediciones. Siempre hará falta interrumpir para bien, y con arte, el caminar fatigoso de algún transeúnte. 













No hay comentarios:

Publicar un comentario