miércoles, 20 de abril de 2016

Desvelos de Feria



Luego de decirles adiós al bullicio y las carpas, la 25 Feria Internacional del Libro palpita ahora en los hogares de muchos tuneros, en la mesita de noche, el librero, la caja de los juguetes… Allí está y respira mientras la lectura la corteje.
El 2016 le ha negado vientos a favor desde su mismo capítulo inicial en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, cuando fue evidente la escasez de textos ante retrasos en la impresión. De ese mal paso se va recuperando poco a poco y las celebraciones provinciales acogen cuadernos recién salidos de los talleres.
Las Tunas, después de disfrutar el año anterior del placer de la elección, recordó con esta convocatoria tiempos que creyó eran del pasado, luego de aprobarse la posibilidad de que cada territorio hiciera su pedido directamente a otras editoriales y a la distribuidora del sector. Pero nada pudo impedir que solo algo más de 300 novedades armaran aquí las opciones de búsqueda de los lectores.
La cuestión se agravó al comprobarse que la cantidad de ejemplares tampoco acompañaba al convite, ni la proliferación de precios bajos. Sin embargo, sí hubo propuestas interesantes y valiosas para todos los públicos, y no hablo de libros de cocina; y los niños tuvieron para escoger desde publicaciones baratas hasta las hermosas, pero sin dudas caras obras del sello español Selvi.
Precisamente, la asistencia de las casas editoras invitadas consolidó una de las notas positivas del festejo, junto al homenaje a un autor local; el aporte de instituciones como la Casa de la Décima, la Fundación Nicolás Guillén, el Centro Provincial del Cine y la Asociación Hermanos Saíz (AHS); la diversidad de temas de los paneles y las peñas, más las actividades infantiles y el aumento de los puntos de venta.

Agregó color la noticia conocida durante jolgorio de los premios de dos escritores tuneros: Frank Castell en España ganó el Certamen de Poesía Social Julia Guerra y el joven Marcel Baldemira Celorrio subió a lo más alto delCelestino de cuentos en Holguín.  
CUENTAS CLARAS
Los números de esta edición apuntan a un descalabro económico si los comparamos con el calendario anterior. El plan de venta solo se cumplió al 50 por ciento, con un monto de 134 mil 200 pesos. Ello se obtuvo luego de que mil 146 títulos y 21 mil 958 ejemplares partieran en manos de las 13 mil 90 personas que visitaron el recinto ferial. Guarismos todos que, a excepción de uno (los ejemplares) no son ni la mitad de lo conseguido en el 2015.
Con un arsenal algo carente era lógico esperar registros desalentadores, pero colaboraron sobremanera los baches en la organización, que llevaron a poner a Tesoro de Papel en medio del Sol, y que la Plaza Cultural por momentos no transmitiera ambiente de fiesta.
De igual manera faltó la visión estratégica y el apoyo, para que luego de concebir un programa literario tan nutrido y atractivo, varias de sus actividades resultaran de impacto o se erigieran sucesos de públicos, como debió ser en el primer caso el homenaje a los 25 años de la editorial Sanlope, mustio hasta el tuétano; y en el segundo apartado, la presentación de la novela Las manzanas del paraíso de Guillermo Vidal, que pareció un acontecimiento casi anónimo.
California duerme, obra póstuma del creador de Matarile, debió brillar también en los anaqueles, pero no estuvo y nadie entiende por qué. Solo sabemos que se sumó a los inadmisibles del evento, en cuya nómina laten además la inasistencia de la mayoría de los invitados foráneos, y la no terminación por dificultades materiales de los textos manufacturados de ediciones Encaminarte, de la AHS en la provincia.
Nada de eso iguala la decisión más costosa, y el adjetivo es exacto: cerrar la venta cada jornada en la tarde, cuando inicialmente se habló de extenderla hasta las 9:00 pm. Los trabajadores disfrutaron muy poco de la cita, como hizo saber un lector de 26 digital, y todo porque se pensó que los estantes podrían vaciarse en demasía antes del domingo y no hubo logística para la electricidad en las carpas, según la Dirección del Centro Provincial del Libro explicara.
Sin embargo, en nuestro contraste de fuentes encontramos opiniones divergentes a esa. Las propias libreras mostraron disgusto por la medida y el poco espacio en las mesas para exhibir lo que en los sacos esperaba por salir al exterior. Ellas aseguran que se dejó de vender mucho, y razón deben tener cuando el 17 de abril todavía estaban “muertos de risa” ante los ojos de todos títulos que “vuelan” cada año como El Principito, La Edad de Oro y los diccionarios.
Con el horario no es bueno experimentar porque existen clientes para cada instante del día. Asimismo, sería inteligente pensar mejor la fecha, pues coincidir con la semana de receso, paradójicamente, no trajo saldos beneficiosos. Se extrañó la visita en masa de las escuelas.
“Tuvimos una Feria sin sandunga”, diría mi vecina. Y me voy a quedar con su frase, pues dibuja a la perfección el estado de ánimo de la 25 edición, que incluso antes de comenzar ya cierta aura de negatividad le acompañaba.
A finales de abril e inicio de mayo hasta cada municipio tunero llegarán cuadernos de esta convocatoria. Buena oportunidad para que la cita demuestre, grite, por qué no la podemos dejar morir, por qué merece los desvelos más altos, los sueños más bellos. Su sabor popular lo exige.

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