viernes, 8 de enero de 2016

¿Darle a la gente lo que quiere?

¿Es importante que nos preocupemos por los videos insulsos, llenos de carros lujosos y letras de poca monta, que hoy proyecta el Café Bohemio, en esta ciudad, mientras los usuarios consumen? ¿Consideramos relevante que la programación artística de la Noche Tunera anda carente de apoyo?
Pudiéramos pensar que esos elementos constituyen pequeñas cosas, y lo son quizás al lado de los bajos salarios, los avatares familiares y tantísimos temas más. Sin embargo, recordemos que muchas veces si se juntan diminutos sucesos, pueden convertirse en grandes notas.
Aquí las consecuencias estarían en torno al gusto estético del público, y la defensa de valores musicales cubanos y de la localidad, específicamente. Ejemplos como los anteriores fueron expuestos durante el Balance de Cultura en el territorio, celebrado en días recientes, y en cuyo debate destacó el asunto de la calidad de lo que ofertan las instituciones del sector.
En ese universo, salen a la luz casos de erróneos enfoques por falta de gestión, sensibilidad y conocimiento, indistintamente, de quienes dirigen las instalaciones; y otras muestras casadas con la total inactividad, escudándose en un presupuesto que sin dudas es más que escaso, pero ya lo hemos alertado anteriormente, a juicio nuestro y de lo dicho en el cónclave de marras, vale más hacer tres actividades buenas en el mes, que 10 invisibles.

Pensemos en dos lugares analizados en el foro, el Parque 26 de Julio (La Feria) y la Plaza Cultural de Buena Vista. El primero, sede antaño del rodeo todos los fines de semana, podemos nombrarlo como uno de los sitios más subutilizados de la provincia, con ubicación y espacio privilegiados, que en materia de propuesta cultural puede aportar tanto, sin que en ese viraje se olvide activar la tradición de las competencias de vaqueros.
El segundo es una explanada hermosa de la que ya se sienten orgullosos los habitantes del populoso reparto donde señorean sus estructuras. Sin embargo, asistentes al Balance dieron fe de cómo, luego de la presentación de un grupo local defensor de géneros tradicionales, se bombardea a los transeúntes con música grabada de la peor calaña, nacional y foránea, desbaratando con un botón lo hecho sobre el escenario.
Las Tunas tiene muchas potencialidades aún sin explotar, en aras de ofrecer una programación mejor, con jerarquías y diversidad. Cuenta con agrupaciones de prestigio y en manifestaciones variadas, más una de red de instituciones que en la actualidad ha crecido o mejorado su aspecto, gracias al Proyecto Identidad y Desarrollo impulsado por el Partido y el Gobierno en el territorio. Pero no basta con cemento, ladrillo y pintura; los inmuebles deben tener alma. 

Cambiar este paisaje requiere más que dinero, estrategia, sentido de lo artístico. Escuchar las opiniones de los creadores y realizar estudios de público constituye un atajo para revertir el panorama, el cual a todas luces debe alejarse de una trampa que en ocasiones no ha sabido evadir, aquella de darle a la gente “lo que quiere”, cuando bien sabemos de la educación de los gustos, por lo que esa teoría, como alertara en el encuentro Abel Acosta, Viceministro de Cultura, además de falsa, es peligrosamente demagógica.

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