jueves, 28 de enero de 2016

La “infidencia” de Nelton



En tres líneas los libros de Historia resumen la estancia de José Martí en la finca El Abra, de la entonces Isla de Pinos, luego de su salida del presidio político y a la espera de la deportación. Se sabe muy poco de esos dos meses y cinco días. ¿Qué pudo o no pasar?
Nelton Pérez, poeta pinero y narrador manatiense, como gusta nombrarse, no quiso quedar varado entre incógnitas y fue a buscar respuestas con su novela Infidente, ganadora del Premio Alejo Carpentier 2015. No hablamos de cualquier contesta, es la suya, la de un fabulador, de ahí que se invente ese tiempo del muchacho que estaba por convertirse en el hijo más universal de Cuba.
Aquí está su Martí, lo descubre y comparte con los lectores. Alejándose de la fiebre realista que padece la literatura nacional, no teme lo que otros, ficcionar con una personalidad histórica. Y lo hace a partir de la investigación profunda, al punto de atreverse a simular el jugo espirituoso del lenguaje martiano en cartas apócrifas, que están entre lo más estremecedor de la obra.
Para narrar se sirve del plano centrado en El Maestro, y de otro que muestra a un estudiante universitario en los años 80, interesado en hacer su tesis sobre dicha estadía. A su alrededor laten acontecimientos como los sucesos del Mariel, los cuales le imponen intensas reflexiones.
Tras presentarse Infidente en la librería local Fulgencio Oroz, La Rendija dialoga con el autor que nació en Manatí y de alguna manera nunca se ha ido, aunque desde adolescente vive en la Isla de la Juventud.

¿Hasta dónde el mistificador reduce al investigador?
Disfruté fabular, inventar ese período. Lo poco que se sabe al respecto primero fue un muro, pero después me dio total libertad. Encontré el libro de Raimundo Cabrera, Mis buenos tiempos, que tiene un capítulo sobre la Isla de Pinos de entonces y la vida de los deportados. Estudié y leí mucho, indagué sobre Raúl García Martí, sobrino del Apóstol, hijo de Amelia, que en 1982 murió en un asilo del Cerro habanero. Dentro de la novela él posee importancia.
Hasta esta obra nunca había investigado tanto. Quería ser muy cuidadoso, también trasgresor, pero con puntos que me anclaran en la realidad para resultar verosímil. Sabía de Martí lo que conocemos todos los cubanos, que a veces está mal aprendido con frases sacadas de contexto.
¿Qué decirles a los que no bajan a nuestro Héroe Nacional del pedestal frío?
Solo intento que la novela les pueda gustar incluso a ellos, aunque se sientan molestos por algo. Busco humanizar a ese muchacho de 16 años que llegó a la finca pinera un poco quebrado y después fue tan grande. No quería inventarme al Martí que tiene una frase para todo y han vuelto muy de mármol.
Hay escritores que se adentran demasiado en sus personajes, ¿trasmutaste al cuerpo dolido del joven Martí?
Sí. Me da placer que las cartas gustaran tanto, porque fue lo que me llevó más trabajo, copiar la voz de Martí, su estilo único, el espíritu, incluso de la madre, las hermanas. Disfruté que el jurado del “Carpentier” me preguntara dónde había encontrado esas misivas.
Recuerdo un día que en la sede de la Sociedad Cultural José Martí en la Isla, donde va gente apasionada a su obra, leí una de las cartas, la que supuestamente le manda su hermana Ana contándole que teme no verlo más pues había tenido una pesadilla con él. Cuando iba por la mitad sentí par de lagrimones salir de mis ojos. Y me dije: “Si yo no soy Martí ni Ana, qué hago llorando”. Evidentemente no era yo quien leía.
Por el rigor investigativo y lo singular de la fabulación han calificado a Infidente como hazaña intelectual, ¿sientes haber hecho algo heroico?
No, para nada, soy un sorprendido con esas expresiones. He recibido frases elogiosas del jurado, de amigos y colegas, todos hablan que les ha conmovido. Otras personas hasta me han agradecido por haberla escrito, porque se ve a Martí como un tema tabú, visto desde la ficción. No supe que me estaba metiendo en camisa de once varas, hasta que no estuve bien adentro. Ojalá haya salido airoso y que todos los lectores se emocionen.  
¿En tu formación literaria Las Tunas te obsequió alguna perla?
Aquí me hice narrador, gracias a Guillermo Vidal, Alberto Garrido, Carlos Esquivel, Lucy Araújo y tantos amigos más, que intervinieron en mi primera formación cuando decidí hacer narrativa. Le debo mucho al evento que realizábamos en Manatí en pleno Período Especial. Disímiles narradores todavía hablan de lo les que aportó esa cita y la nombran como la mejor.
Deben de saber que en Infidente está Las Tunas, hasta hay un pasaje con El Cucalambé, invento una nueva teoría sobre su desaparición, y menciono a personajes famosos de Manatí

  ¿Y cómo Manatí se quedó tan adentro?
Siempre regresé en vacaciones y hubo temporadas en que viví de nuevo. Todavía siento que estoy viviendo allí. Cuando llega el viernes en la tarde, ande por donde ande, quiero estar en Manatí. O el sábado o el domingo para ver un partido de fútbol en el estadio. Uno lleva el pueblo donde nace dentro, esa, mi pequeña patria, siempre va conmigo.

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