Vuelve la Feria Internacional
del Libro. Ahora vestida de su capítulo 26, para intentar otra vez ser el
motivo de salir de casa en busca de alguna buena sorpresa, y regresar con la lectura
bajo el brazo.
Las Tunas andará del 5 al 9 de abril tras esa foto
para subirla a Facebook o Twiter,
para sentirse aliviada de tanto estrés cotidiano. Pero no la tendrá muy fácil,
corren vientos huracanados en contra, que no han querido apartarse para que el
mayor festejo literario del país tenga aquí una sede de altura. Es así como, a
no ser que suceda un milagro, o varios, viviremos la cita con menos títulos a
la venta de los últimos años.
Las causas para que hoy las oficinas del Centro
Provincial del Libro (que ahora hacen de almacén a falta de uno propio decoroso)
amontonen en sus recodos solamente 200 novedades literarias y 13 mil ejemplares,
se resumen en una demoledora razón: la añeja y gran deuda de la entidad con
varias instancias, ascendente a 600 mil pesos, la cual le impide la compra de
textos.
Le debe sobre todo a la Distribuidora Nacional del
Libro, y como en cualquier trato económico, si no pagas, no recibes beneficios.
Aun así, se ha sido benevolente y la cantidad de títulos llegados están porque la Feria es sagrada.