Que
en Las Tunas exista una orquesta con un promedio de edad de 25 años, interesada
en preservar algunos de los más tradicionales ritmos cubanos, especialmente el
danzón, es una victoria aún no entendida ni alentada aquí lo suficiente.
El
2013 vio a Danzonera estrenarse frente a los participantes en el X Festival de
Música Popular Barbarito Diez. Esta reportera estaba allí y fue testigo de la
apoteosis del auditorio al constatar la osadía de los bisoños instrumentistas,
que rompían esquemas y hacían polvo la condena a muerte del cielo donde reinara
Barbarito Diez.
Todos
son egresados de la Enseñanza Artística
y profesores en la escuela vocacional El Cucalambé, al frente de ellos, una dama
inquieta y emprendedora, Ana Irma Pérez Perelló, graduada de Dirección Coral.
“Nos
unimos para perpetuar el género, para sumar a su gusto a las nuevas
generaciones, para que durante todo el año se escuche y baile danzón, y no haya
que esperar a diciembre al Festival. Soñamos con que más artistas apoyen la idea y podamos colaborar entre todos”, dijo a la
prensa justo el día de la fundación.
Al
Sol de hoy han escaseado los espacios y la sensibilidad de otros para promover
su propuesta. De hecho, el grupo solo tiene una invitación fija, el primer
jueves de cada mes frente a las columnas de la Plaza Cultural , a
pesar de que la Uneac
ha apoyado este nacimiento.
Con
tal realidad carga el novel elenco, pero se sabe exponente de parte de lo más
valioso del pentagrama nacional, extendida esa defensa a variantes como el
mambo, el danzonete, el bolero son y bolero chat. “Respetamos las partituras
originales -comenta la directora-, pero las empleamos con armonías
contemporáneas, porque son otros los tiempos y no debemos hacerlo como antes,
sino como somos y sentimos ahora.
“De
igual manera no podemos, si lo importante es impedir su olvido, exigirle a la
juventud que practique el baile nacional con vestidos largos y pasos excesivamente
lentos, tenemos que cambiar esos enfoques, hacerle cercano el ritmo, sin que
pierda su esencia”.
Arma
Irma y sus 13 músicos han visto que esa estrategia da resultado. “Al inicio de
la peña la gente pasaba y se quedaba en la sorpresa, pero ya hemos ido formando
un público, hay quienes bailan y entre ellos, algunos jóvenes”.
Con
un formato de charanga ampliada, Danzonera comienza a escribir sus notas de
conquista, por la energía que desborda y la calidad de la interpretación. Ahora
mismo uno de sus mayores fan es el maestro José Ramón Artigas, que hasta en su
programa De la gran escena quiere
poner al conjunto tunero.
Composiciones
icónicas como Almendra y Bodas de Oro se unen a temas de autores
contemporáneos, y la intención es la misma: conservar lo virtuoso y bello de
nuestro patrimonio sonoro. Tanto creen en eso Danzonera que en vez de bajarles
escaños a sus anhelos, les suma.
“Nos
gustaría tener un local para impartir cursos sobre el danzón, sobre todo a los
niños; donde se proyecten videos, se escuchen grabaciones y la gente pueda
compartir, tomarse un café y por supuesto, bailar”.
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