El seminario San Basilio Magno en Santiago de Cuba lo vio siempre cercano al teatro. Estudiaba el tercer año de Filosofía en la carrera de sacerdote cuando descubrió que aquel camino de entrega absoluta a Dios no era su vocación; dentro, muy dentro y sin remedio, le palpitaba un idilio entre las tablas.
Al otro día de haber vuelto a casa, fue contratado por el Consejo Provincial de Artes Escénicas para integrar el proyecto humorístico Agencia Loca. Todo empezaba a tener sentido, cómo de niño le ponía voces a sus soldaditos y era el más brindado para los matutinos de la escuela; cómo resguarda entre lo importante haber visto a los nueve años Cecilia Valdés en el Teatro Tunas por el Lírico Nacional.
Pequeños destellos de futuro que lo prepararon para que un buen día, por los caminos más insospechados, su destino lo encontrara. Ernesto Parra lo sabe: él no llegó al teatro, el teatro fue quien lo escogió, quien lo halló para ayudarnos a poner frente al espejo nuestra humanidad.
Hoy es actor-director del grupo que ha sacado al payaso de las mazmorras del mercantilismo y el seudoarte, obsequiándole la reivindicación de todo mal. En esa defensa, el elenco ha ganado los premios más prestigiosos del país, como el Caricato (2006) y el Villanueva de la Crítica (2012), además de casi una decena en el Festival de Camagüey. Ante Teatro Tuyo ya no se puede guardar silencio.