Dice
que la magia la descubrió a ella y no viceversa. Desde pequeña le gustó, pero ni en sus delirios más acabados de la
niñez se imaginó sobre un escenario haciendo trucos. Era muy tímida, “aún lo
soy”, aclara.
De
adolescente empezó como bailarina. Tiempo después una prima le contó que en la
compañía Huracán Mágico necesitaban una asistente. José Reynerio Valdivia Valdivia, el mago Píter, la recibió y ella nunca más quiso irse a otro lugar.
Luego
pasó lo que se veía venir, muy pronto intentó realizar sus propias rutinas y no
hubo marcha atrás. La niña timorata subiría al proscenio a encantar al público.
Yanisbel Téllez Mulet, miembro de la UNEAC y con casi 16
años de quehacer, es hoy una de las integrantes más laureadas del destacado
elenco local. Venezuela también sabe de su sensibilidad.
Premios
en el festival Ánfora en categorías como magia general, cómica; pequeñas
ilusiones y la actuación femenina enaltecen su palmarés. De esas glorias habla
con regocijo, pero sin vanidad. Sus ojos brillan más si le preguntan por la
escuela regional de la manifestación que se espera abra aquí en septiembre
próximo. Tiene mucha esperanza puesta en ese proyecto.
El
diálogo siguiente sucedió en una mañana. El día apenas empezaba y yo tuve la
suerte de iniciarlo hablando con una mujer que se entregó toda a las preguntas.
Siempre ella, sencilla y clara.
Tres características indispensables
del ilusionista
Ser
muy profesional, discreto y tener mucha ética.
¿Cuántas veces debes
repetir un número para hacerlo bien?
Todas
las necesarias hasta lograr que salga naturalmente.
¿Y si luego de pasarte
horas ensayando, fallas en la presentación…?
Siento
al mundo derrumbarse. Me paso una semana pensando en eso, hasta que sucede algo
bueno que me ayuda a olvidar. Soy media entretenida y recuerdo una función que delante
de mí trabajó con agua otro compañero, no vi el charco, resbalé y caí. El
auditorio hizo silencio, me paré, empecé a reírme y todos comenzaron a sonreír
también, primero los niños, luego los adultos.
¿Constituye una carga
pesada guardar el secreto mágico?
No.
Un mago sabe que le gusta su profesión cuando conoce los secretos y le sigue
interesando. Si la gente supiera, si yo les contara, dejaría de atraerles y no
cumpliría objetivo nuestra labor.
Junto a tu esposo
formas el dúo Los Dóbel y la hija de ambos
anda haciendo sus pininos, ¿resulta difícil laborar con la familia?
Yo
empecé trabajando con mi familia, me acostumbré y cuando tuve que hacerlo sola
fue complejo, sentía más miedo escénico que de costumbre. Por suerte ya estoy
adaptada y me va bien de las dos maneras.
¿Es bueno para una
maga estar casada con un mago?
Muchos
de mis logros sin su apoyo no hubieran sido posibles. Todos los números los he soñado yo, pero cuando ensayo
él me corrige. Tengo la suerte de poder idear mis rutinas con varios aparatos
porque mi esposo me los construye. Fernando es uno de los mejores fabricantes
del país.
Tus trucos siempre poseen
sentido del espectáculo…
Me
gusta contar una historia, ligar la magia con el teatro y la danza.
¿Hoy la Compañía es como la soñaste?
La
soñé mejor, nos ha faltado apoyo por parte de las instituciones pertinentes. ¿Sientes que subestiman al ilusionismo?
Sí, no se le da el valor que merece. A veces lo
asumen como la oveja negra de las artes escénicas y los magos somos tapahoyos en los espectáculos. Se ignora
cuán diversas manifestaciones reúne este género, como el teatro, la danza, las
artes plásticas, es infinito.
¿Quién es el mago Píter?
Nuestro
ídolo, nuestro líder mayor y maestro. Si no hubiera sido por él, Las Tunas no tuviera
una compañía, hoy muy reconocida en el país.
¿Algún número te
tiene soñando despierta?
La
verdad, a mi esposo y a mí no nos queda tiempo para desvelarnos por otro número
que no sea el que estemos preparando para el “Ánfora”. Siempre tratamos de
renovar y presentar más de dos, por lo que cada minuto cuenta.
Cuando subes al
escenario, ¿qué te propones?
Encantar
al público, hacerlo vivir la fantasía.
¿Te ha servido la
magia para enfrentar otros dilemas de la existencia?
Sí,
por ejemplo, te puedes encontrar un niño triste, y con una moneda, tapilla o un
pedazo de papel le haces alguna manipulación simple, y verás cómo enseguida
cambia su semblante.
¿El mejor truco de
toda tu vida?
Mi
hija, sin dudas, mi hija.
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