jueves, 3 de diciembre de 2015

La Upec dice: “Joven, construye conmigo”



Viviré, quizás, la última ocasión que me llamarán ante muchos: periodista joven. La Upec ha convidado a bisoños miembros del gremio a encontrarse, a decir lo que piensan de la organización, a que cuenten de triunfos y frustraciones en su corto tiempo laboral.
Nos llama a la opinión y el aporte; no solo a movilizar las fibras del periodismo cubano, tan urgido de estremecimientos y despertares, sino también a pensar en este país nuestro, que imagino, duerma cada noche con mucha sosobra bajo la almohada pues tiene ante sí disímiles retos, entre ellos ser una nación que no vea marcharse lejos a tantos de sus más imberbes hijos, porque según dicen: “Aquí no tenemos futuro”.
La juventud de hoy, acusada de poco comprometida con Cuba, no tiene mucha paciencia, ni quiere escuchar el discurso de “pasos al frente”. Son otras nuestras circunstancias, otros los contextos que nos han forjado, con carencias por todos lados, en el bolsillo, la mesa, el escaparate, y lo peor, en el alma, porque el “sálvese quien pueda” impuso su ley en ese grito de horror llamado Período Especial, y las secuelas deambulan entre nosotros y lo seguirán haciendo.

Pero a unos cuantos de esos jóvenes la fe en Cuba de algún modo se nos salvó, no pretendemos dejarla atrás, deseamos contribuir a que sea mejor: queremos participar.  Pero eso sí, ella debe escucharnos y dar señales de que lo hace. No se trata de una obligación, sino de un deber si de futuro queremos hablar.
Una de esas señales, claro está, sería el salario, pero ya sabemos que tal decisión no se determina en nuestras manos. Sin embargo,  la dinamización de la prensa cubana en alguna medida sí. Y al respecto, de manera brillante, varios estudiosos bien conocidos por todos han señalado las rutas propicias para encontrar esa especie de tierra prometida. Ahora la pregunta es cuándo empezaremos a ver hechos concretos.
Todo el sector, pero especialmente los jóvenes, estamos urgidos del cambio en esas dinámicas que impiden en demasía la autonomía de los medios, incluyendo, por supuesto, la autocensura de directivos y reporteros; y que nos deja en un adormecimiento dañino, del cual solo puede salir una mirada pobre y repetitiva de la sociedad.
Pero ¿los jóvenes estamos preparados para esa dinamización? ¿Integrarse, aportar, solo consiste en darnos más espacio, recibirnos y moldearnos en un ambiente creativo? No, demasiadas lagunas académicas y de toda índole nos persiguen acabados de salir de las aulas. Debemos conquistar nuestro lugar, pero sin conocimientos no se puede llegar lejos.
La Upec puede influir más en la calidad de la enseñanza, que exhibe hoy serias carencias, tantas que una llega a asustarse y en apartados tan simple como la extensión de un reportaje te encuentras desfases totales entre la academia y la praxis. La universidad debe contribuir en mayor medida a experimentar lo hermoso y difícil de la profesión, a reconocer su dimensión social.
Porque luego llega el recién graduado al medio de prensa con pajaritos en la cabeza y para colmo se le olvida, a él y a todos,  que aún está en formación, y ese acompañamiento primero de manos de un periodista de más experiencia termina en una buena historia de ficción.
A muchos les pasa que los envían al Servicio Social  a un lugar en el que no pidieron estar porque sus aptitudes e intereses son otros, y entonces los conflictos aumentan.
De igual manera escasean las oportunidades de desarrollo profesional a no ser que optes por la consabida marcha para capital de la nación. Ante los ojos se pinta como la fórmula mágica. Y ¿por qué?, si algunos queremos contar la vida del lugar  donde estamos. Pero a veces es irse o estancarse, demasiadas trabas para un proyecto de vida serio.
Pero si en el trabajo no nos sentimos escuchados, protegidos y solo cumplimos órdenes, cual militares, y el secretismo hace lo suyo, así como la muy mala gestión de la información de los directivos periodísticos y la poca comprensión de nuestro deber y compromiso por parte de los funcionarios partidistas y de otra índole, se dibuja una neblina difícil de traspasar.
De no cambiar los tonos de este panorama, corremos el riesgo de que los más noveles terminen conformándose y repitiendo los patrones cancerosos de cómo hacer periodismo sin hacerlo.
La Upec puede apoyar también a la preparación de los que una vez graduados y porque no había más nadie para hacerlo, se enfrentan a secciones especializadas. Son solo estas algunas ideas escritas en una guagua camino a La Habana. Integro la delegación tunera al Encuentro de Jóvenes Periodistas. Tranquilos que regreso.

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