lunes, 12 de octubre de 2015

Jóvenes asaltan la vitrina del danzón

Que en Las Tunas exista una orquesta con un promedio de edad de 25 años, interesada en preservar algunos de los más tradicionales ritmos cubanos, especialmente el danzón, es una victoria aún no entendida ni alentada aquí lo suficiente.
El 2013 vio a Danzonera estrenarse frente a los participantes en el X Festival de Música Popular Barbarito Diez. Esta reportera estaba allí y fue testigo de la apoteosis del auditorio al constatar la osadía de los bisoños instrumentistas, que rompían esquemas y hacían polvo la condena a muerte del cielo donde reinara Barbarito Diez.  
Todos son egresados de la Enseñanza Artística y profesores en la escuela vocacional El Cucalambé, al frente de ellos, una dama inquieta y emprendedora, Ana Irma Pérez Perelló, graduada de Dirección Coral.
“Nos unimos para perpetuar el género, para sumar a su gusto a las nuevas generaciones, para que durante todo el año se escuche y baile danzón, y no haya que esperar a diciembre al Festival. Soñamos con que más artistas apoyen la  idea y podamos colaborar entre todos”, dijo a la prensa justo el día de la fundación.
Al Sol de hoy han escaseado los espacios y la sensibilidad de otros para promover su propuesta. De hecho, el grupo solo tiene una invitación fija, el primer jueves de cada mes frente a las columnas de la Plaza Cultural, a pesar de que la Uneac ha apoyado este nacimiento.

Con tal realidad carga el novel elenco, pero se sabe exponente de parte de lo más valioso del pentagrama nacional, extendida esa defensa a variantes como el mambo, el danzonete, el bolero son y bolero chat. “Respetamos las partituras originales -comenta la directora-, pero las empleamos con armonías contemporáneas, porque son otros los tiempos y no debemos hacerlo como antes, sino como somos y sentimos ahora.
“De igual manera no podemos, si lo importante es impedir su olvido, exigirle a la juventud que practique el baile nacional con vestidos largos y pasos excesivamente lentos, tenemos que cambiar esos enfoques, hacerle cercano el ritmo, sin que pierda su esencia”.
Arma Irma y sus 13 músicos han visto que esa estrategia da resultado. “Al inicio de la peña la gente pasaba y se quedaba en la sorpresa, pero ya hemos ido formando un público, hay quienes bailan y entre ellos, algunos jóvenes”.
Con un formato de charanga ampliada, Danzonera comienza a escribir sus notas de conquista, por la energía que desborda y la calidad de la interpretación. Ahora mismo uno de sus mayores fan es el maestro José Ramón Artigas, que hasta en su programa De la gran escena quiere poner al conjunto tunero.  
Composiciones icónicas como Almendra y Bodas de Oro se unen a temas de autores contemporáneos, y la intención es la misma: conservar lo virtuoso y bello de nuestro patrimonio sonoro. Tanto creen en eso Danzonera que en vez de bajarles escaños a sus anhelos, les suma.

“Nos gustaría tener un local para impartir cursos sobre el danzón, sobre todo a los niños; donde se proyecten videos, se escuchen grabaciones y la gente pueda compartir, tomarse un café y por supuesto, bailar”.  

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