lunes, 1 de septiembre de 2014

Danay y el delirio de una guitarra

Las Tunas tiene algo claro, no podrá olvidarla, aunque hace pocas semanas terminara aquí su nivel medio y el umbral de la vida profesional, a sus 18 años, espera verla pasar, con toda la carga de suerte y destino a cuestas que eso lleva.
Su nombre posó para la historia. Residente en el municipio de Baraguá, Ciego Ávila, y como parte de la escuela vocacional de arte El Cucalambé, ganó en abril último el segundo premio del Concurso de Guitarra de La Habana, y se convirtió en la primera estudiante de la enseñanza artística tunera que obtuvo un lauro internacional.
Mientras las eliminatorias del certamen avanzaban, y los nervios no podían derribarla porque ella tenía consigo al mejor aliado, el entrenamiento, quizás la película de lo que ha sido su existencia rodó en el pensamiento.
Volvieron las imágenes del aprendizaje elemental en tierra avileña y del regocijo  por alargarle la vida al amor hacia la guitarra que en su familia se profesa; retornaron los días de llanto por el extrañamiento del hogar y los viajes de mamá para acurrucarla y darle ánimos; la llegada al Balcón de Oriente, su abrazo con un plantel donde encontraría frutos dorados y la certeza de que una y otra vez si reencarnara, escogería ese instrumento.

 “El nivel medio de esta especialidad aquí tiene una preparación fuerte, está muy bien gracias al maestro Ramón Carlos Leyva y a mi profesora Elvira Skourtis.” Dice “mi profesora“, y esa posesión, ya verá usted lector, no la otorgan  nombramientos oficiales, brota del empeño de alguien que hizo lo que debía, sembrar confianza, motivación en su discípula.
"Si aprendí a tocar nerviosa, pero bien preparada; si entrené mis miedos se lo debo a ella, que me presentó durante este año en muchos lugares. Las rondas eliminatorias del concurso fueron muy estresantes, aunque también las disfruté porque veía los resultados de mi esfuerzo. Con Elvira hablaba por teléfono todos los días y me trasmitía la paz que ella tiene, gracias a eso pude concentrarme  bien.
“Sin dudas ante todo le agradezco a mi mamá, que ha sido mi fuerza total; y a Elvira le debo la otra mitad.“
Pasada la segunda ronda de la lid, la joven sintió reposar la tensión, para caer en los brazos de la euforia. Entonces volvió a ojear las vivencias, y las 10 o 12 horas de ensayo diario seguramente la hicieron sentir digna del trofeo.
“Durante la competencia mi obra preferida fue el Vals opus 8, número 4 de Agustín Barrios Mangoré, la toco desde el curso pasado y siempre me ha llegado muy adentro.” Tanto que impresionó al jurado con esa pieza y ganó una de las menciones por la mejor interpretación.
A partir de ahora, cuando la escuche revivirá un tiempo inmensamente feliz, o cuando sobre el pentagrama se teja una composición del maestro Leo Brouwer, cuya impronta también la acompañó en la justa. “Sus obras son difíciles, de mucho carácter, pero a la misma vez, dentro de la dificultad técnica hay una sensibilidad muy grande, con la que me siento identificada.”
Ha llegado la hora de partir. Se lleva muchas verdades consigo, como aquella de que una guitarrista no crece sin la rigurosa disciplina de práctica. Pronto integrará la prestigiosa orquesta Sonantas Habaneras, dirigida por el maestro Jesús Ortega, uno de los pilares del instrumento en el país.
Pretende seguir con la guitarra clásica y hacer sus estudios superiores. Vendrán otras cimas, otros rumbos, pero, eso sí, nada ni nadie podrá separar jamás el nombre de Danay Avilés Rabí con el de la ciudad que cuatro años atrás la recibió como hija.
“En Las Tunas floreció una Danay que estaba oculta, la Danay intérprete que ni yo misma conocía. Me descubrió mi profesora, la cátedra de guitarra y me hicieron salir adelante. Mañana, dondequiera que esté, recordaré a Las Tunas, como el inicio, -sonríe- de mi camino a la gloria."

No hay comentarios:

Publicar un comentario