lunes, 29 de septiembre de 2014

Carlos Esquivel a contragolpe



Corre el minuto 55. Está por suceder el milagro: un gol poético. No importa si para conseguirlo Carlos Esquivel (Elia, Las Tunas, 1968) tiene que ahuyentar los miedos que rodean a cualquier escritor; y desmarcar a seis jugadores ingleses, que bien pueden ser Hoddle, Reid, Samson, Butcher, Fenwick y al portero Shilton, o quizás a defensores del Madrid, o a críticos y abanderados de faunas literarias.
“Esquivel avanza con la pelota, su estampida recuerda estampidas idílicas (Diego Maradona el 22 de junio de 1986 en el Estadio Azteca, Lionel Messi en el Santiago Bernabéu, el 2 de mayo de 2009), sus enemigos se convierten en ovejas de paso. Dribla hacia la derecha, una ráfaga cruza el mediocampo, una sombra alejándose de líneas y cuadrículas rivales. Está a escasos metros de la portería enemiga. Un rugiente marcador central yace en el suelo. Prepara el disparo. Fuerte. Rasante. O acaso una comba que derribará las ilusiones, otra más, del portero. La jugada es, por imposible, perfecta. Zigzaguea a escasos metros de esa portezuela casi prohibida. La pelota avanza entre los pies del guardameta y se refugia revoltosa en las redes. Gol. Golazo.” 
 Los hinchas lo saben, ese gol no es otro que Once (Editorial Unión, 2014). La grama lo recibe como el primer cuaderno de poesía dedicado al más universal de los deportes de toda la literatura cubana. Desde las gradas, los cantos no cesan y un pedido se escucha: ahora la pelota (la palabra) es suya poeta.



1. ¿Cuándo y cómo surgió este libro?
Desde que entendí y supuse que poesía y fútbol podían estar en un juego, el juego que yo desde todos los juegos creaba; un juego al que siempre apostaba para ganar. Comencé a escribirlo desde que me ilusioné con un club de fútbol, desde que comprendí que detrás de este deporte, detrás de la dimensión más tranquila y aparente que dejaba, existía una armazón, un dédalo mucho más provocador, más apetitivo. Empecé a escribirlo cuando el fútbol se convirtió en una cultura demasiado sagrada e influyente para mis intereses literarios y existenciales; demasiado inseparable de mi propia vida cultural y creativa. Lo hice, desde que vi en los campos de juegos a ídolos que parecieron ser los ídolos de siempre, quienes redimensionaron el deseo de convertirme en ellos, de creer en una especie de reencarnación fuera de lo mitológico; héroes de simbologías más benignas que otras que por razones múltiples me impusieron, héroes que eran parecidos a como yo quería que fueran mis héroes.
 
2. En Once el fútbol es más humano, ¿crees que él necesitaba tu obra?
Lo más importante es que el fútbol provocó eso. Cuando se trasuntan, se bifurcan y a veces pueden compactarse dos discursos aparentemente desligados de metas éticas y estéticas similares; cuando esos dos discursos encuentran un punto de comunión, ahí está salvada la creación.
Vivimos en una especie de planeta que arma un juego donde hay ganadores y perdedores, donde transitamos un tiempo muy delimitado por el tiempo que nos dan otros, y en esa suerte de fútbol que es la vida, existe una parte de implicación ajena. No todo lo que deja este deporte es bondadoso. Detrás de esa armazón de la que hablaba, también hay una maquinaria infernal económica, una exagerada deyección del verdadero ánimo identitario de los países, un apasionamiento a veces febril y en otras sanguinario de los fanáticos.
Pero el fútbol es capaz de obligarnos a entender que las verdaderas guerras que las personas de la cultura, como yo, quieren trascender y disfrutar, comienzan y terminan en un estadio.
 
3. Hablabas de héroes impuestos y otros que escogiste. Entonces... ¿están aquí tus verdaderos héroes?
Están muchos de los que crearon una cosmogonía, un cuerpo simbólico y de referencias, al que me he sentido mejor atado que a varios impuestos, a los cuales no demerito ni destituyo de mi canon de admiraciones y fulguraciones. Sin embargo, estos héroes de una siniestra epopeya del día a día, quizás, por razones demasiado humanas, son más parecidos a como yo quiero que sean mis héroes.
4. Existen prejuicios de la intelectualidad alrededor del fútbol... ¿no temes que este texto se tome como poco serio?
En la literatura cubana cualquier cosa puede suceder. Una literatura que ha desviado el curso de toda lógica, que ha omitido la verdadera magnitud del acto de lo novedoso, lo auténtico, audaz, para implantar, suplantar, e imponer un tipo de acción literaria que convenga a unos pocos.
Te marcan el destino de una moda y la forma de expresión que esté emparentada con los intereses de un grupo. Debe suceder igual en otros países (en otros países habrá escritores como Vinicius de Moraes, Juan Villorro, Günter Grass escribiendo sobre fútbol; Paul Auster, Bernard Malamud, Philip Roth, escribiendo sobre béisbol). Pero aquí lo sufrimos más por la desinformación cultural, por no poder acceder a eso que llaman mercado literario, también por inevitables razones personales.
Hemos corrido una carrera de relevos: cada generación, por lo general, ha absorbido lo peor de la precedente. El discurso novedoso a veces está movido por cuestiones extraliterarias: cómo le importa a esta persona que se escriba, cómo le importa a este espacio premiar un tipo de obra que referencie determinado tema o estilo. En ese contexto es muy difícil apostar por un libro que resuma y traduzca legitimidades a fuerza de balas. Desde tal perspectiva, ya está en una desventaja contundente.
 
5. ¿Definitivamente no le temes a eso?
No le temo. Pobre de esos lectores, de esos espacios y de las personas que están bendecidas por tal ejercicio de legitimaciones, que en muchos casos es falso, artificioso.
 

6. Un nombre se repite a lo largo del poemario, Messi. ¿Según tú, quién es Messi?
Pregunta complicada, más cuando casi media humanidad la puede responder. Yo lo haré de dos maneras, desde la poesía y desde el aficionado más simple.
Messi es una especie de Mesías que iba a salvar al fútbol, y lo salvó. No ha existido en el campo, jugador tan impactante, tan demoledor, decisivo, irrepetible.
Es muy absurdo, demencial, esnobista, pensar que porque no ganó un campeonato mundial no puede ser el mejor de cualquier tiempo. Qué regla de la FIFA dice eso. ¿O es que acaso el mejor del mundo no puede nacer aquí en Cuba, en Shi Lanka, Mauritania, Islas Seychelles; por qué tiene que ser patrimonio de las grandes potencias en el deporte?
Te puedo mencionar cientos de atletas que fueron campeones mundiales con su selección y ya nadie los recuerda. Es tan baladí la actitud de muchos periodistas o supuestos entendidos, cuando en sus escalofriantes y siniestros pronósticos crean el estatus abominable de poner a Messi en comarcas secundarias. Para mí, es superior a Pelé y a Maradona. Explicaciones tendré muchas, pero reduciré el asunto a ras de juego. Pelé jugó con luminarias como Didí y Garrincha; Maradona tuvo a grandes a su lado. Messi, en el Barcelona, ha compartido con talentosos compañeros, pero él es el alma de ese equipo, convirtiéndolo en el mejor club de toda la historia del fútbol. Con su selección nacional le falta el apoyo de jugadores importantes. Recordemos que es, más que cualquier otro, un deporte colectivo.
 
 
7. ¿Tu libro solo es para el aficionado culé?
Once trata de remover el mapa de obsesiones que están alrededor de mi obra. Están allí las mismas marcas existenciales, gestos culturales, preocupaciones ontológicas; los mismos desafíos del ser humano que habita en mí. Entonces es un libro para cualquier lector, para la gran cultura del fútbol, en especial la cultura que ha surgido desde Barcelona y el club. Cuando hablo del club me refiero a todo lo que ha estado alrededor suyo culturalmente, a Dalí, Miró, Bolaño, Enrique Vilas-Matas, Serrat, quienes también tuvieron un acto de reciprocidad, de multiplicidad, de convergencia con la estela del fútbol catalán.
Es innegablemente un homenaje a esos héroes que persisten en una suerte de vida ulterior, que está más allá de los secretos y las máscaras, de nosotros que no podemos ser como ellos.
 
8. Alguna vez soñaste con ser el portero que salvaba a un país, ¿no crees que Once de alguna manera es eso?
Yo hubiera querido ser Lev Yashin, La Araña Negra, cuando en aquella diabólica, funesta y maravillosa Eurocopa, salvaba a la Unión Soviética y la hacía conquistar su primer gran título a nivel universal. Yo hubiera querido ser Iker Casillas cuando en el Mundial del 2010 defendió y salvó a España frente a Holanda en la discusión del campeonato. Mi libro escarba y a la misma vez reencarna en todas esas idealizaciones. Reencarnar significa convivir y encontrar un paralelo de similitudes con esas formas existenciales, con esa salvación.
 

9. Tu once ideal
Las matemáticas juegan un juego delirante contra el fútbol. Pierden. El once es un número escandalizado por escisiones ardientes. Aquí una lista que es el desnudo de mis juegos interiores.
Porteros: Lev Yashin y Franz Kafka.
Defensas Laterales: Nilton Santos y Gustave Flaubert; Paolo Maldini y Cormac Mccarthy.
Defensas centrales: Carles Puyols y William Faulkner; Franz Beckenbauer y Ezra Pound.
Centrocampistas: Diego Maradona y Roberto Bolaño; Zinedine Zidane y Jacques Derrida; Johan Cruyff y Paul Celan.
Delanteros: Lionel Messi y César Vallejo; Pelé y William Saroyan; Romário y Jorge Luis Borges.
En la reserva tendría nombres como Iker Casillas, Franco Baresi, Elías Figueroa, Daniel Pasarella, Ronald Koeman, Michel Platini, Ladislao Kubala, Xavi Hernández, Garrincha, Zico, Gerd Müller. Y otros al estilo de Henry Michaux, Dylan Thomas, Fédor Dostoievski, Raymond Carver, J. M. Coetzee, Constantino Kavafis, Mario Vargas Llosa, Robert Frost, San Juan de la Cruz, Paul Verlaine y Samuel Beckett.
 
10. El mejor gol que puede dar tu texto
Uno maradoniano, como el que Diego le metió a los ingleses en el estadio azteca enel Mundial del 86. Así, que el libro burle las petulantes y rígidas defensas críticas del país. Tarea difícil pertenecer al equipo de los que van perdiendo, de los que no tienen equipo.

11. Y tú quién eres Carlos Esquivel... ¿un crack de la poesía?
Soy un delantero por las bandas, un humilde delantero por las bandas que a veces se escurre entre las defensas y anota algún gol decisivo.

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