jueves, 18 de febrero de 2016

El abrazo extenso de una biblioteca



Una biblioteca no es solo sus preciados anaqueles y los usuarios dentro del recinto, que con ayuda buscan respuesta a infinitas interrogantes. Una biblioteca debe traspasar sus paredes y hacerse sentir más allá.
Eso realiza la provincial José Martí. Por su influjo, en diversas instituciones, principalmente aquellas de fuerte sentido social, hoy habitan pequeñas colecciones de textos que vuelven la estancia más agradable y fructífera. Tal reserva se renueva con frecuencia.  
De lo bueno que trae la iniciativa sabe Yusimí Leyva Santiesteban, jefa del Departamento de Enfermería en el Centro Renal del territorio. Allí, unos 15 ejemplares de asuntos diversos acompañan las vivencias de los ingresados, a quienes en la institución se les atiende para mantener estable sus parámetros con vistas al trasplante de riñón.
“Gustan las novelas, las aventuras, los de cocina y las historietas de Elpidio Valdés. Junto a la televisión es el entretenimiento que ofrecemos a los pacientes. Resulta un servicio importante y bien usado aquí, no solo por ellos,  también por las enfermeras, a muchas de nosotras nos encanta leer”.
Cuenta Yusimí que los libros han sido hasta ofrendas de paz, porque ya sabemos lo que sucede cuando hay varias personas y un solo televisor, casi nunca existe consenso de qué ver y el duende de papel ha zanjado el desencuentro.

“Es muy bueno cuando las seño (de la Biblioteca) vienen a dar actividades, a todos nos motiva”, comenta y muestra el armario médico donde guarda el tesoro literario del Centro y lleva su control.
Las bondades de esta experiencia también han estado ante los ojos de la casa de abuelos 28 de Septiembre. Yosleydi García Rondón, la trabajadora social, lo confirma. “La lectura los aleja del alzhéimer y por suerte a muchos les agrada. Cuando cambian las obras, ellos enseguida preguntan qué llegó. Algunos no ven bien, y entonces los que sí lo hacen explican el contenido, lo vivimos con el volumen que salió sobre el quehacer de Raúl Castro. Además de los de historia, persiguen los policíacos”.
Manuel Téllez Rojas es una de las “polillas” de la Casa, donde va hace un año y dos meses, y dice pasar el día muy a gusto. Él bien pudiera ser el protagonista de alguna novela, con su porte elegante y la historia de piloto e ingeniero de aviación que le marca.
“Nos intercambiamos los textos, conversamos sobre ellos. Me apasiona leer desde joven, a veces me concentro tanto que cada cosa a mi alrededor desaparece, y hasta pueden decir mi nombre y yo no escucharlo”.
El CORNITO, MÁS QUE CAÑAS BRAVAS
Las casas biblioteca constituyen el otro capítulo de esta historia, un abrazo que la “José Martí” arrulla y se preocupa por mantener vital, desde el asesoramiento, la visita a actividades y la donación y el préstamo de volúmenes. 

Actualmente solo en el municipio cabecera hay 35. Nolberto Pérez Bode, promotor cultural, es su responsable en esta localidad. Desde el 2000 él tiene una en su hogar, bajo el nombre del Héroe Nacional; 12 meses antes que los pobladores de San Antonio de El Cornito (Cincunscripción 121), lo eligieran como delegado y ya no lo bajaran de ese estrado nunca más.
Nolberto resulta la memoria viva de cuánto este proyecto le facilita la existencia a la comunidad. “Hoy tengo 558 títulos, y si hablara de uso podría mencionar, por ejemplo, que ahora mismo están prestados 110. Vienen niños, adolescentes y jóvenes a buscar información para hacer las tareas de la escuela, y personas de cualquier edad tras algo para superarse, distraerse; a muchos les gusta escribir, hacer poesía. También debatimos algunas obras y la Biblioteca Provincial ha estado muy cerca de nosotros”.
En su colección hay gran variedad de temas, casi todo ha salido de su gestión, con la ayuda de los vecinos. Unos banquitos reciben a los usuarios en la terraza, que ya ha dejado de ser particular, para convertirse en patrimonio colectivo. Junto a las miles de páginas, aparecen fotos de mártires, símbolos nacionales, además de la memoria escrita y gráfica del barrio.  
“Sin la casa biblioteca no sé qué se haría mi nieta. A cualquier hora va y Nolberto la atiende. Cursa el séptimo grado y realmente es algo muy bueno que los niños no necesiten coger una guagua para cumplir en el aula”, comenta Raudelina Peña Leyva. Al igual que ella, Ibi Velázquez Zayas defiende esta alternativa.
“Lo que vaya a buscar, usted lo encuentra. Por mi nieto la visitamos bastante y a mí me gustó Fidel y la religión, fue allí donde lo pedí. Cuando llega la Feria del Libro, Nolberto lo recuerda en el vecindario y él siempre va y compra para empleo de la comunidad, a los niños a cada rato les regala alguno”.
Hasta por teléfono, Pérez Bode recibe solicitudes y su faena ha prendido tanto que ya en la Circunscripción exhiben otra sede hace un año, ubicada en la zona de La Aldea y llamada como el poeta tunero Alberto E. Rodríguez.
“En tan corto tiempo siento que ha calado en la gente, está tomando auge. Es útil sobre todo para los estudiantes, no tienen que caminar tanto; y otras personas van y se ponen ahí, a leer. Poseo 130 títulos, la mayoría los compré, pero un porciento los mismos vecinos lo han entregado”, relata Jorge Luis Utra Hernández, a cargo del nuevo fruto y obrero de la Empresa Eléctrica.  
Así, tomada de la mano con seres generosos, la biblioteca provincial José Martí empina su sueño del amor por la lectura, un idilio al que no quiere renunciar.

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