jueves, 24 de septiembre de 2015

Insensibilidad



Los artistas son personas sensibles, a veces hasta el extremo. Su cargada dosis de humanidad le es vital a cualquier sitio, porque sin ellos dejaríamos de apreciar en todos sus tonos el valor de lo bello. Martí los llamó los hombres sagrados de los pueblos.
Sucede a veces que este gremio encuentra trabas que no debería encontrar, porque justo están delante de quien debiera alentarlos y ayudar a materializar sus proyectos, en caso de que el diseño demostrara pertinencia. Sin embargo, la insensibilidad y el inmovilismo toman el mando y adiós a las ideas nobles. 
Entonces, el público termina siendo el máximo afectado, porque si los artistas son de casa, se desaniman y redireccionan sus energías, quizás para algo cada vez menos ambicioso en materia de influencia cultural; y si provienen de otro territorio, marchan para no volver, como supe partió el grupo Morón Teatro, insatisfecho con la atención dada aquí.
Desgraciadamente en mis labores reporteriles cada vez escucho con más frecuencia relatos de experiencias desagradables sufridas por los creadores, a partir de avisos que expresaron y no fueron oídos, presentaciones con carencias en los aseguramientos y no por falta de recursos, cheques atrasados por meses, premios silenciados, y más, mucho más.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Tres paredes, del silencio al arte




Hace pocos días se cumplieron dos meses de sus apariciones. La 48 Jornada Cucalambena los trajo. Empiezan a resultarnos familiares y a servirnos como puntos de referencia si alguien busca una dirección: “Mire, doble por allí, donde está aquella pintura”.
Sus colores y formas, hechos para halagar a la belleza citadina, convirtieron a paredes intrascendentes en hogares del arte. La mirada se complace ahora con lo diferente y decorativo.
El primero vino rubricado por un hijo prestigioso de estos lares, Jesús Vega Faura (Chucho). La fiesta dedicada a Juan Cristóbal Nápoles Fajardo quiso darse el gusto de incluir en la fecha inaugural la apertura de su mural cerámico. El autor llegó a la cita auxiliado de muletas, se recuperaba de un grave accidente; pero muy lejos marcharon los dolores cuando sintió el cariño de quienes le felicitaron por la obra, justo después de decirle: “Qué bien estás”.
A la ciudad que lo vio nacer y formarse le dedicaría este obsequio, nombrado El Balcón. Resulta el más extenso realizado aquí (16 x 2 metros cuadrados) y lo podemos observar frente al Centro Provincial de las Artes Plásticas, con sus 800 losas, todas inspiradas en símbolos locales.
Allí están las rosas, frutos de la leyenda que las nombra como las plantas primigenias de esta comarca. Soplan al compás del viento las palmas, hijas de las campiñas, espacios de tradición custodiados en la tierra de El Cucalambé. Entraremos conmovidos a la Iglesia y visitaremos la Biblioteca tras alguna novedad literaria. Y por supuesto, no faltan las columnas rondando el paisaje, en clara alegoría a la arquitectura tunera.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Tallador, ¡qué suerte!



Han pasado 22 años desde que a Rafael Antonio Santiesteban Ortega alguien le dijera: “El secreto de esto, es trabajar todos los días”. Por entonces lograba las primeras esculturas elogiadas entre amigos y colegas; impartía clases de Computación en el “Pedagógico”, haciendo honor a su título de matemático-informático, y la artesanía solo era hobby.
Sin embargo, él escuchó el consejo y no dejó ni en la fecha de su cumpleaños de tomar entre las manos un pedazo de madera, para convertirlo en las más variadas formas.
“Y es cierto, he podido experimentar que si trabajas constantemente fluyen las ideas, vas perfeccionando las piezas; incluso, creces interiormente, porque transformas el material, pero este hace lo mismo con uno; es un diálogo, tú das y recibes. De hecho, recibo más de lo que entrego, pues casi siempre estoy insatisfecho y busco superarme. Dentro, ocurren los cambios permanentes, porque te conviertes en mejor persona”.
Afirma Rafael mientras extiende la mirada al interior de la sede de la Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA) en Las Tunas, a la que pertenece con honores.
En la sala principal el público puede apreciar hasta finales de septiembre su muestra Estados de transición, inaugurada con motivo de la Asamblea de Balance de ese gremio, foro en el cual los miembros recibieron felicitacionespor el avance de su quehacer en los últimos cinco años.

jueves, 3 de septiembre de 2015

15 años de la Riso: Sanlope no quiere el silencio



Ver dibujada sobre el papel la letra con tinta de imprenta, hecha libro, su libro, es el idilio de cualquier escritor. Pero hubo un tiempo que aquí a muchos les parecía absoluta quimera llegar hasta alguna editorial, y así podía ser. Con el nuevo milenio, sueño y realidad decidieron ponerse de acuerdo gracias al surgimiento del Sistema de Ediciones Territoriales (SET) en agosto del 2000, una idea alentada por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro.
El proyecto, conocido popularmente como Riso (marca de la impresora), vendría a cambiar de una manera radical y profunda el mapa literario nacional, al ampliar el acceso a la publicación. Esta industria en Cuba ya jamás sería la misma, pues la diversidad levantó bandera.
“Recuerdo cuando llegaron los equipos. Yo estaba por unos días al frente del Centro Provincial del Libro y la Literatura (CPLL), trabajaba allí como editor. Me correspondió recibir la impresora, la computadora, una presilladora eléctrica, la guillotina y los módulos de máster, papel y tinta. Todo llegó con unos documentos de Fidel, alertando que aquello no era para hacer informes u otros documentos burocráticos, sino para estimular las letras en cada territorio.
“A los pocos días me informaron que por orientación del entonces ministro de Cultura, Abel Prieto, debíamos presentar en dos semanas tres títulos en Villa Clara. Yo estaba acostumbrado a la impresión directa en el poligráfico, y dije que eso era imposible. Desconocía la rapidez del equipamiento. Trabajamos mañana, tarde y noche, y los textos estuvieron listos: Se permuta esta casa de Guillermo Vidal, Mujeres de sueño y piel de Renael González y Morir sin los ángeles de Alberto Garrido”.